Malart by Aro Sáinz de la Maza

Malart by Aro Sáinz de la Maza

autor:Aro Sáinz de la Maza [Sáinz de la Maza, Aro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-29T00:00:00+00:00


18

Entró en el Rosebud. Según el reloj, más o menos a la misma hora en que Ivo Parés y Mónica Morera lo habían hecho la noche anterior. Iluminación tenue, música agradable a volumen alto pero no estridente, decoración lujosa. Muchas personas repartidas por barras y mesas, de pie, en grupo y en pareja. Jóvenes y no tan jóvenes. La mayoría gente guapa, con indumentaria elegante. Ellas, vestidos cortos, sugerentes, zapatos de tacón alto; ellos, ropa informal, de marca, demasiado clásicos en su opinión. Por las miradas que algunos le dirigieron, supo en el acto que desentonaba con la americana arrugada, los tejanos y las deportivas verde chillón. Sin resultar agobiante, era el local idóneo para pasar desapercibidos. También intuyó que no iba a ser tarea sencilla obtener información. Su única esperanza era que las noches de los miércoles fueran menos atractivas para salir de fiesta que las de los jueves. Vio a un camarero sorteando obstáculos, la bandeja en alto, y lo abordó.

—¿Esto está siempre tan concurrido?

—Se acerca el fin de semana y la gente tiene ganas de marcha —dijo. Hizo ademán de seguir adelante, pero Mercader se interpuso en su camino—. Oiga, que estoy trabajando.

—Yo también. —Extrajo la placa y el móvil—. Solo dos preguntas. ¿Anoche había tanta animación? —El camarero negó con la cabeza. Rebeca seleccionó las fotos del matrimonio—. Estos dos estuvieron aquí ayer, ¿los viste con alguien?

—No sabría decirle.

—Vuelve a mirarlas. Y esta vez, piensa antes de responder.

Puso cara de pasmo. Luego, obedeció sus instrucciones.

—No estoy seguro, yo solo voy a lo mío. Sirvo copas y apenas me fijo en nadie. Pregunte a otro. Pero aquí todo el mundo habla con todo el mundo.

Rebeca dejó que se marchara. Se acercó a la barra más próxima y le repitió las preguntas a un segundo camarero. El resultado fue idéntico. Al igual que con el tercero. El cuarto, sin embargo, le contó que estuvieron sentados a una mesa cerca de la entrada, los dos solos, en plan pareja.

—Muy acaramelados y todo eso. Tomaron una copa y se marcharon.

—¿Solos? —El camarero asintió—. ¿Y no se fueron con alguien?

—Pagaron en efectivo, dejaron una buena propina y se largaron. Cogidos de la mano, rollo besuqueo. Muy contentos. Cachondos, si entiende lo que quiero decir.

—Y no los viste hablar con nadie, con un chico o una chica.

—No llego a tanto. —Reflexionó un momento—. Pero la mujer fue a los servicios. Me acuerdo porque volvió sin dejar de tocarse la nariz. Aquí muchos clientes pillan un resfriado al salir del baño y… —Se calló de golpe—. Usted no es de narcóticos, ¿verdad? Solo es consumo personal, como en todas partes.

—Háblame de las mesas de al lado. ¿Estaban ocupadas?

El camarero trató de hacer memoria.

—Sí, pero no sé si a la misma hora. Esto es un no parar de sentarse, tomar algo y marcharse a los demás locales. Es como un circuito, ¿entiende? La gente no para de desfilar.

Rebeca recibió un empujón por la espalda.

—¿Alguien te llamó la atención? Intenta recordar. Una chica sola, o un chico.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.