Magic by William Goldman

autor:William Goldman [Goldman, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1975-12-31T16:00:00+00:00

4

—Bien, hasta ahora no me has dicho por qué has venido aquí.

Corky respondió:

—Sospecho que la verdad es… que estoy ocultándome.

La muchacha le miró. Cenaban en la sala de estar donde Peggy había puesto la mesa, junto a la chimenea. Al principio la estancia se había calentado excesivamente, pero a medida que fue transcurriendo la cena, el fuego también redujo su intensidad y los dos fueron acercándose cada vez más, mesa, cubo de vino y sillas plegables.

—¿De qué?

—Tengo que aclarar algunas cosas en mi cerebro.

La muchacha asintió en silencio y cogió la botella del vino.

—No creo que se deba enfriar el vino cuando es tinto, pero he pensado que el cubo de hielo presta al ambiente cierta nota de elegancia. Cuando recibes gente es preciso aprender estos detalles de tipo social —dijo Peggy sirviendo vino—. Bueno… eso de recibir gente, no lo creas… Lo he dicho bromeando.

—Es un buen vino.

—«Gallo Hearty Burgundy». Me parece mucho mejor que algunos de esos otros vinos franceses tan costosos.

—Te advierto que no soy perito en vinos.

—Cuando estás al frente de un lugar de recreo tienes que mantenerte a la altura de las circunstancias —dijo Peg—. Bueno…, la verdad es que tu cerebro me parece perfectamente normal. ¿A qué viene eso de aclarar ideas?

—Es que estoy comportándome de una manera extraña… desde hace algún tiempo.

—Si tú lo dices…

—Escucha, creí que estaba sosteniendo una discusión con mi agente sobre una cuestión de principios. Pero hoy, temprano, estaba paseando alrededor del lago cuando me he dado cuenta de que la cosa me preocupa demasiado. Es el futuro lo que realmente me da miedo. Verás, sospecho que tengo una oportunidad de lograr algo grande y no estoy seguro de querer aceptarlo.

—Creo que no te entiendo. Te encuentro muy misterioso.

—Nadie te discutirá eso. Pero te aseguro que hay muchas dificultades que acompañan al éxito.

La muchacha asintió con un gesto y acto seguido preguntó: —¿Hemos de ir a comer a «Sardi's» o al «21»? ¿Iremos a la ópera o a bailar? ¿Debo cambiar a Halston o permanecer fiel a Balenciaga? Podría traer como resultado un asesinato.

—Soy un ser particular —dijo Corky.

—¡Naturalmente! Y si logras eso que tanto deseas, a lo mejor supones que uno de los inconvenientes que te proporcionará el éxito será que averigüen todos tus secretos, ¿no?

Corky sonrió.

—¿Más? —preguntó Peggy señalando a los platos.

—Gracias. Estoy satisfecho. Ha sido una cena deliciosa.

—No me gusta parecer vanidosa, pero cualquier cosa que la «Swanson» congele, yo puedo descongelarla. Para postre hay pasteles de la señorita Lee, o tarta de la señora Smith…

Peggy sonrió y añadió: —Hace años, Ronnie me decía: «Cuando quieras, ojos bonitos».

La muchacha se puso de pie y cogió los platos de postre. Lucía una blusa de satén blanco abierta en la garganta. Bajo la luz de la chimenea, a veces dejaba al descubierto el nacimiento de los senos.

—Dejemos el postre para más tarde… si te parece.

—Como quieras.

Peggy recogió los platos y fue hacia la cocina concentrando su atención en no dejar caer nada. El «eres realmente hermosa» que dijo Corky la pilló por sorpresa.

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