MAFIA S. A. by Eric Frattini

autor:Eric Frattini [Frattini, Eric]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2001-12-31T16:00:00+00:00

El 13 de julio de 1967 fallecía, víctima de un tumor cerebral, Tommy Lucchese. En abril de 1969 le tocaría el turno al mítico Vito Genovese, quien moriría en el hospital para presos federales de Springfield (Missouri). Sin duda, los últimos de una famosa generación; pero la vida seguía y los negocios también.

Joseph Colombo había alcanzado el liderazgo de la familia en 1963, con el pleno apoyo de la Comisión y de la protección especial de Carlo Gambino.

Nacido en 1914, Colombo creció en el típico gueto neoyorquino, pero a pesar de ello su sueño fue siempre convertirse en médico. Realmente, la entrada de Joseph Colombo en la Cosa Nostra fue bastante tardía. En 1938, cuando Joe, con veinticuatro años, regresaba a su casa, descubrió en un aparcamiento cercano el coche de su padre. Joe se acercó al vehículo para ver mejor a las personas que se encontraban en su interior. En el asiento del conductor estaba el cuerpo sin vida de su padre, Anthony Colombo; también sin vida, y en el asiento del acompañante, una joven de veinte años, que Joe supuso que era su amante.

A la mujer le habían cortado la garganta y a su padre le habían practicado la corbata siciliana. La policía dijo que el viejo Anthony se había saltado una regla importante de la Mafia: la prohibición de tocar a los hijos de otro miembro de Cosa Nostra.

Al parecer, la joven era la hija de un mafioso local de poca monta; pero Joseph no estaba dispuesto a dejar así las cosas. Joe Colombo quería venganza.

En primer lugar se dedicó a buscar a los dos hombres que habían ejecutado a su padre. El torpedo era un individuo que tenía una carnicería y que en sus ratos libres, para ganarse algún dinero, hacía algún que otro trabajito para los jefes de la zona. Una noche, cuando salía de su negocio, alguien le golpeó con un bate de béisbol en la nuca. La esposa del carnicero lo encontró, metido en una bolsa, atado de pies y manos y amordazado para impedir que gritase. La bolsa la habían colgado de un gancho de carnicero en el congelador. Cuando la policía y los forenses retiraron el cadáver, el cuerpo parecía una estatua de hielo.

El siguiente objetivo de Colombo sería Mike Cuchillos Slatieri, un tipo que no usaba armas de fuego, solo cuchillos, que manejaba con gran habilidad. Una tarde, Joe Colombo siguió a Slatieri hasta un prostíbulo. Este había contratado los servicios de una prostituta. Colombo esperó hasta que estuvo desnudo para entrar en la habitación. Una vez dentro, Slatieri saltó hacia su chaqueta para agarrar una de sus armas, pero Joe fue más rápido y le disparó en la cabeza.

Colombo le entregó cincuenta dólares a la mujer, con la indicación de que si volvía a pisar Nueva York la mataría.

Cuando la policía llegó al local, el cadáver de Mike Slatieri estaba desnudo, sentado en una silla, y dos brillantes cuchillos le atravesaban las cuencas de los ojos. Parte de la

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