Los talismanes Shannara by Terry Brooks

Los talismanes Shannara by Terry Brooks

autor:Terry Brooks
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Aventuras, Infantil y juvenil
ISBN: 9780345363008
editor: Timun Mas
publicado: 1993-01-01T00:00:00+00:00


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Walker Boh enterró a Cogline en el bosque que se extendía ante Paranor, en un claro cruzado por un riachuelo que serpenteaba por una serie de rápidos poco profundos, un claro al amparo de robles y nogales cuyas ramas llenas de hojas cubrían la alfombra de flores silvestres y hierba de sombras moteadas que cada día cambiaban y se desplazaban a medida que el Sol avanzaba por el oeste. Era un lugar que recordaba las ocultas cañadas de la Chimenea de Piedra, donde a los dos les había encantado pasear, pensó Walker. Eligió un lugar cerca del centro del claro, desde donde podían verse con claridad las agujas de Paranor. Cogline, que al final de sus días se había considerado un druida extraviado, había regresado a casa.

Cuando terminó de enterrarlo, permaneció en el claro. Estaba destrozado y agotado, pero las heridas más profundas no eran visibles, y le consolaba estar rodeado de árboles ancianos y respirar el aire del bosque. Los pájaros cantaban, el viento agitaba las hojas y la hierba, la superficie del riachuelo ondulaba y todos los ruidos eran tranquilizadores y silenciosos. No quería regresar aún a Paranor. No quería pasar junto a los restos abrasados y ennegrecidos de los cuatro jinetes y sus monturas. Sólo quería olvidar todo lo que había ocurrido en su vida, hacer borrón y cuenta nueva y volver a empezar. En su interior había una amargura que no conseguía erradicar, que lo roía y arañaba con la persistencia de un animal hambriento que se niega a ser cazado. La amargura tenía muchas fuentes, y Walker no se molestó en enumerarlas. Sobre todo estaba resentido consigo mismo. En las últimas semanas siempre parecía estar resentido consigo mismo, con ese hombre extraño salido de la nada cuya identidad apenas reconocía, un títere demasiado predispuesto a llevar a cabo los deseos y necesidades de ancianos desaparecidos hacía miles de años.

Se sentó en el claro junto al riachuelo, mirando la extensión de tierra recién removida y bajo la cual descansaba Cogline, y se obligó a pensar en el anciano. Su amargura necesitaba un bálsamo, y tal vez los recuerdos del anciano se lo proporcionaran. Se detuvo un instante para mojarse la cara con agua fría del riachuelo y limpiarse el polvo, la ceniza y la sangre, luego se acomodó al Sol y dejó que su mente vagara libremente.

Recordaba a Cogline sobre todo como su maestro, como el hombre que se había acercado a él en los momentos de mayor confusión. Walker había abandonado a las razas para vivir aislado en la Chimenea de Piedra, donde nadie lo mirara y murmurara, donde nadie lo conociera como el Tío Oscuro. La magia entonces había sido un misterio para él, el legado de la magia del cantar que se había transmitido desde Brin Ohmsford a lo largo de generaciones hasta formar una maraña de hilos que era incapaz de desenredar. Cogline le había mostrado las distintas maneras de controlar la magia, para que no volviera a sentirse impotente ante ella.



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