Los felices 90 by Joseph E. Stiglitz

Los felices 90 by Joseph E. Stiglitz

autor:Joseph E. Stiglitz [Stiglitz, Joseph E.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


LECCIONES

En los noventa, se dieron muchas actuaciones inadecuadas y las huellas de los bancos se pueden encontrar en la escena de un acto sospechoso tras otro. Se suponía que los bancos de inversión debían proporcionar información que condujese a una mejor asignación de los recursos. En lugar de ello, con demasiada frecuencia, traficaban con información alterada o inexacta y participaban en planes que ayudaban a otros a alterar la información que suministraban para así enriquecerse a costa de los accionistas.

Las infracciones de Enron y WorldCom —así como de Citigroup y Merrill Lynch— hacen que la mayoría de los trapicheos políticos parezcan ridículos. El típico representante gubernamental corrupto se embolsa unos míseros miles de dólares, como mucho unos millones. La escala del robo alcanzado por el saqueo de Enron, WorldCom y otras grandes empresas de los noventa era del orden de millardos de dólares… mayor que el PIB de algunas naciones.

Cuando los individuos promueven sus propios intereses, creía Adam Smith, normalmente sirven a los intereses de la sociedad en su conjunto[84]. Se trata de una hipótesis de un gran atractivo y a menudo se sostiene; no obstante, en muchas más ocasiones, esto no es así. Una información imperfecta presenta a algunos individuos la oportunidad de actuar de manera que les permita beneficiarse a expensas de otros, cuyos intereses se supone que deben servir. A veces, esto se denomina el «problema del agente y el principal»: surge cuando se supone que un individuo debe actuar en nombre de otros y, sin embargo, las circunstancias le conceden el poder de no hacerlo. Un problema central de la economía moderna consiste en concebir un modo de alinear intereses: cómo proporcionar una estructura de incentivos que motive al agente a representar a sus clientes por derecho[85].

Nunca se eliminarán los conflictos de intereses, ni en el sector público ni en el privado. Pero en los noventa, con el enorme apoyo a la liberalización, se suprimieron o redujeron ciertas restricciones, lo cual condujo a resultados previsibles. ¿Qué debemos hacer para poner remedio a estos problemas? Por un lado, podemos sensibilizarnos sobre la posible existencia de conflictos y los incentivos desproporcionados que conllevan. Por otro, mediante la imposición de reglamentaciones que limiten su alcance y aumenten el grado de transparencia —incluida la divulgación de diversos conflictos de intereses— podemos mitigar las consecuencias, tanto en el sector público como en el privado.

El sector bancario se ha basado tradicionalmente en la confianza y en normas de «buen comportamiento». En Estados Unidos, los felices noventa mostraron que cuando los incentivos son lo bastante perversos, esta confianza no basta y las normas son lo bastante flexibles para encontrar un lugar cómodo entre ellas. Está claro que deben redefinirse los incentivos, y que deben adoptarse leyes y disposiciones; sin embargo, al final siempre volvemos a la confianza y a las normas. Algunos sugieren que, puesto que al final no nos quedan sino la confianza y las normas, para qué emprender reformas, pero es un punto de vista que olvida que la confianza y las normas tienen un límite.



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