Los asesinos de la luna by David Grann

Los asesinos de la luna by David Grann

autor:David Grann [Grann, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2017-04-17T16:00:00+00:00


Cortesía del Museo de Historia de Bartlesville Area

Una fotografía de Al Spencer después de ser abatido el 15 de septiembre de 1923

Cortesía del National Cowboy and Western Heritage Museum

Hale (cuarto por la izquierda) y Grammer (tercero por la izquierda) en una competición de lazo en 1909

Poco antes de que la casa de los Smith volara por los aires, Hale había dicho a unos amigos que se marchaba de la ciudad para asistir al Fat Stock Show de Fort Worth, en Texas. Investigando la coartada de Hale, White averiguó que Grammer le había acompañado. Un testigo les había oído hablar antes de los asesinatos; Hale le dijo algo a Grammer sobre que era el momento para «ese asunto indio».[418]

Pero, al igual que otros testigos potenciales contra Hale, Grammer también estaba muerto. El 14 de junio de 1923, tres meses después de la demolición de la casa de los Smith, Grammer había muerto al volante de su Cadillac al perder el control y volcar. El legendario pistolero, el artista del gatillo, se había desangrado en una desierta carretera rural.[419]

Finalmente un «abrelatas» —experto en abrir cajas de caudales— dio a White y su equipo el nombre de otro testigo del atentado: Asa Kirby, el forajido de los dientes de oro que había sido socio de Grammer. El abrelatas dijo que Kirby era el pirotécnico —especialista en explosivos— que había fabricado la bomba. Pero resultó que tampoco Kirby podía testificar; pocas semanas después del fatal accidente de Grammer, Kirby había forzado la entrada de una tienda durante la noche para robar unos diamantes y se encontró con que el propietario había recibido un chivatazo y le estaba esperando con su escopeta del calibre 12. Un segundo después, Kirby quedó hecho papilla. La persona que había dado el chivatazo del robo al dueño de la tienda era, cosa que difícilmente pudo sorprender a White, William K. Hale.

Al frustrar el golpe, Hale había reforzado su reputación de defensor de la ley y el orden, pero otro forajido le contó a White que el robo lo había organizado el propio Hale; fue este quien le habló a Kirby de los diamantes y le sugirió el momento propicio para entrar en la tienda. Era, evidentemente, una historia con doble fondo, y White empezó a sospechar de tanto testigo muerto en poco tiempo. Investigó sobre el accidente de Grammer, y unos conocidos de este le dijeron que sospechaban que alguien había manipulado en el volante y en los frenos del Cadillac. Por su parte, la viuda de Curley Johnson estaba convencida de que a su marido lo habían envenenado Hale y sus secuaces. Y luego, cuando White supo de un testigo potencial relacionado con el asesinato de Roan, averiguó que lo habían matado de una paliza. Por lo visto, cualquier persona que pudiera implicar a Hale era eliminada antes o después. El abrelatas dijo que Hale se estaba «cargando a demasiada gente», y añadió que él podía «ser el siguiente en la lista».[420]

White se sentía frustrado por no haber



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