Lord Pirata by Sabrina Jeffries

Lord Pirata by Sabrina Jeffries

autor:Sabrina Jeffries [Jeffries, Sabrina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 1998-04-22T16:00:00+00:00


Capítulo quince

A pesar de todas las románticas canciones de los poetas, el oro, querida, es una cosa muy útil.

Mira To Octavia,

MARY LEAPOR,

poeta inglesa

y ayudante de cocina

Acababa de anochecer, y Peter se hallaba de pie delante de la puerta abierta de la cabaña del capitán Horn, retorciendo nerviosamente el sombrero entre las manos. El lugar parecía desértico. La noche era cerrada, iluminada exiguamente por unas pocas estrellas que colgaban del firmamento.

¿Debería llamar antes de entrar? Pero… ¿Dónde demonios iba a llamar? Si no había puerta. A pesar de que la cabaña del capitán era la mejor de todas, no disponía ni de contraventanas ni de una puerta con su debido picaporte. No le extrañaba en absoluto que las mujeres se negaran a vivir en esas chozas inacabadas.

No obstante, el resto de la isla no estaba tan mal. Durante el resto del día se había dedicado a pasear para familiarizarse con el lugar. Sin lugar a dudas, era un pequeño trozo de tierra acogedor. Seguro que podrían convertirlo en un lugar especial, si alguien mostraba el suficiente interés en conseguirlo.

Pero ésa no era la cuestión que le preocupaba. En ese preciso momento, lo que más le importaba era averiguar para qué lo había mandado llamar el capitán. La situación le parecía un tanto alarmante, para no decir del todo.

Peter había decidido mantenerse bien alejado de ese hombre desde su primer encuentro. Los piratas le habían dejado claro que el capitán Horn era un tipo justo, al que no le gustaba aplicar castigos irracionales, sin embargo, no se fiaba de lo que ese hombre era capaz de hacerle, ahora que se había encandilado de la señorita Willis.

La señorita Willis. Peter soltó un bufido. Esa misma mañana la pequeña señorita había conseguido poner al capitán en su lugar. Peter debería de estarle agradecido por esforzarse tanto en retrasar las ceremonias nupciales. Después de todo, ella lo haría para ayudarlo a él y a Ann.

Pero la señorita había presionado tanto a Lord Pirata que al final había logrado enfurecerlo, y eso no le hacía ni la menor gracia a Peter. Una gota de sudor le resbaló por encima de la nariz y la secó con el dedo pulgar al tiempo que echaba un vistazo cauteloso dentro del ominoso agujero negro de la cabaña. El capitán debía de estar durmiendo, o quizá había salido a dar una vuelta. No valía la pena seguir de pie allí, esperándolo, arriesgándose a enfurecer todavía más a ese hombre.

Se dio la vuelta, pero justo entonces oyó una voz profunda proveniente del oscuro interior de la cabaña.

—No te quedes ahí, hombre. Entra.

Peter se sobresaltó, entonces se tragó todo el miedo que sentía. Allí estaba él, de pie, dudando como un tonto, mientras ese hombre había estado observándolo todo el tiempo. El capitán pirata conseguía ponerlo realmente nervioso.

—Eh… Lo siento… No lo había visto —balbució Peter mientras entraba en la estancia oscura.

No obtuvo respuesta. Oyó un ruido como si alguien estuviera escarbando, luego vio una diminuta chispa y entonces la tenue llama de una lámpara de aceite, que fue ampliándose a medida que el capitán hacía girar más la mecha.



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