Legado de amor by Kristi Ann Hunter

autor:Kristi Ann Hunter [Hunter, Kristi Ann]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-09-30T16:00:00+00:00

Capítulo 5

Randall volvió el viernes.

Jugaron al ajedrez mientras la viuda le decía a Sarah todo lo que iba haciendo mal. Por suerte, la anciana se limitó a corregir los movimientos que Sarah hacía sobre el tablero y no se metió con las elecciones que había hecho en la vida. Y si Sarah encadenaba una serie de movimientos absurdos para que la viuda siguiera teniendo algún motivo por el que quejarse, lo único que se resentía eran sus probabilidades de ganar.

Después él se había quedado a cenar, cosa que estresó mucho a la pobre ama de llaves. Nunca habían tenido que preparar platos muy elaborados ni comidas copiosas, por lo que la perspectiva de tener invitados era emocionante. Habían comido igualmente en la mesita del salón y cuando Randall se había marchado para volver a Helmsfield la viuda se sentía cansada pero feliz. Había necesitado la ayuda de una doncella y de Sarah para irse a la cama y se había dormido inmediatamente, con una sonrisa en la cara y haciendo ruidito cada vez que respiraba.

Sarah había sentido la necesidad de estar activa hasta la hora de acostarse y se había sentado en el salón para terminar el último de los pañuelos bordados que lady Densbury quería regalar a sus empleados por Navidad. Metió el pañuelo en la última caja de madera y entró en el dormitorio de la viuda para dejar el regalo en la cesta, junto a las demás cajas de Navidad.

La respiración agitada de la anciana seguía resonando en la estancia, pero sonaba un poco mejor que antes.

Cuando Sarah se acostó, se durmió con una sonrisa en los labios.

Seguía sonriendo cuando se vistió a la mañana siguiente y cuando bajó las escaleras. Pero se le borró un poco la sonrisa cuando se dio cuenta de lo tranquila y silenciosa que estaba la casa al llegar al final de las escaleras. Miró por la ventana y se dio cuenta de que durante la noche había estado nevando en serio: el suelo estaba cubierto por un brillante manto de color blanco.

¿Sería ese el motivo de que todo transmitiera una sensación de profunda calma? La nieve lo contagiaba todo. Miró a su alrededor. No, había algo más… Era como si nadie se moviera, como si Sarah estuviera sola en aquellas estancias tan elegantes.

Corrió a las dependencias de lady Densbury con el corazón desbocado en el sosiego de la mañana. Se le heló el aliento en los pulmones cuando abrió la puerta y no oyó los mismos ronquidos ni el traqueteo de la respiración que había oído la noche anterior.

La viuda seguía en la cama. Las mantas se movían suavemente arriba y abajo.

Sarah ladeó la cabeza hasta apoyarla en el quicio de la puerta y soltó el aire tan deprisa que le dolió el pecho. Algún día… pero no sería hoy. Y no quería pensar en eso.

Fue al comedor en busca de alguna actividad relajada con la que ocupar el tiempo. Todavía quedaban ramas de abeto sin colocar, así que se puso a trenzarlas y convertirlas en motivos decorativos para la mesa en la que comían.

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