Leer como un profesor by Thomas C. Foster

Leer como un profesor by Thomas C. Foster

autor:Thomas C. Foster [Foster, Thomas C.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


Quería tener suerte, quería tenerla a toda costa. Cuando las niñas jugaban a las muñecas en el cuarto de juegos, él montaba en su gran caballo de madera y cargaba en el vacío, con un fervor que le granjeaba las inquietas miradas de las chiquillas. El caballo galopaba desbocado, el ondulado pelo oscuro del niño rebotaba y en sus ojos había un extraño fulgor. Las niñas no se atrevían a hablarle […] Él sabía que el animal le traería suerte, si lo obligaba […] Por fin, el niño dejó de obligar al caballo a galopar mecánicamente y desmontó.

Ya me dirán qué opinan, pero yo creo que se está hablando de la masturbación. Cuando doy clase sobre este cuento, procuro conducir a los alumnos a esta idea sin insistir en ello. Por lo general hay un alma heroica y perceptiva que lo comprende y, con una mueca de vergüenza, hace la pregunta a la que apunto. Uno o dos más asienten, como si se les hubiese ocurrido pero tuviesen miedo de considerarlo en serio. Los otros treinta y cinco ponen cara de sorpresa.

¿En serio habla de eso?

Miremos el patrón que se establece: niño quiere reemplazar a su padre en el afecto de su madre, niño se desespera por obtener el amor y la aprobación de su madre, niño desarrolla comportamiento secreto, una actividad frenética y rítmica que culmina en una pérdida extasiada de conciencia. ¿A qué os suena? Se trata de una de las situaciones edípicas más claras jamás capturadas en narrativa, y por buenas razones. Lawrence formó parte de la primera generación que leyó a Freud y que, por primera vez, empleó en literatura el pensamiento freudiano a conciencia. Aquí entra en juego la noción de sublimación, tanto para el personaje como para el escritor. Desde luego, la relación sexual con la madre no es una opción viable, de manera que Lawrence hace que el niño, Paul, busque la suerte que su madre desea. La forma de buscarla es lo bastante sospechosa como para asustar a sus hermanas presexuales y desconcertar a los adultos, que lo consideran demasiado grande para andar jugando con un caballito de madera.

¿Realmente hay masturbación? No en sentido literal. Eso sería impúdico y no demasiado interesante. Pero el episodio cumple la función de la masturbación en sentido simbólico. Es como un sucedáneo de un sucedáneo del sexo. Más claro, agua.

¿Por qué? Una de las razones para disfrazar el sexo es que, históricamente, los escritores y artistas no podían más que aludir a la cosa en sí. Muchas novelas de Lawrence, por ejemplo, fueron censuradas, y el autor libró una batalla monumental contra los censores. Lo mismo que sus películas.

Otra razón es que las escenas de sexo codificado en vez de explícito pueden funcionar en múltiples niveles y ser más intensas que las descripciones literales. Tradicionalmente, los distintos niveles protegían a los ingenuos. Dickens, que puede ser muy sugerente, tenía consciencia de que sus novelas se leían a menudo en familia durante el desayuno, y quería proteger



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