Las guerreras Maxwell, 9. Libre como el viento (Spanish Edition) by Maxwell Megan

Las guerreras Maxwell, 9. Libre como el viento (Spanish Edition) by Maxwell Megan

autor:Maxwell, Megan
La lengua: spa
Format: epub
editor: Esencia
publicado: 2024-04-10T00:00:00+00:00


Capítulo 44

A la mañana siguiente Johanna desayunaba con Amanda en el comedor de la posada. En otra de las mesas estaba Alan con Sean, su hombre de confianza.

—He vuelto a tener el sueño... —cuchicheó Amanda en un momento dado.

Johanna la miró.

—Como siempre —continuó ella—, he visto esos preciosos ojos grises.

Johanna asintió. La había oído hablar mil veces de aquel recurrente sueño y, tomando aire, iba a hablar cuando su hermana agregó:

—Si yo fuera tú, hablaría con él.

Johanna, que la noche anterior, en la cama, se había sincerado con ella en lo referente a Alan, repuso:

—¿Y qué le digo?

—Lo primero, no llamarlo «niñero».

—Amanda...

La aludida, a la que no le gustaba andarse por las ramas, indicó:

—Empieza disculpándote por tu comportamiento.

Johanna resopló.

—Y ya de paso le dices que sientes algo por él, y que como papá se entere de lo que ha pasado entre vosotros, lo va a matar.

—¡Amanda!

—Tata..., papá es papá.

Ella asintió. Si su padre se enteraba de lo ocurrido, se lo tomaría fatal. Consciente de lo que habían hablado la pasada noche, murmuró:

—Me gustaría llevarme bien con él.

—Pues hazlo. Solo has de sonreír en vez de gruñir y retarlo continuamente.

Johanna, que observaba a Alan con disimulo, se revolvió al ver que reía con una de las camareras.

—¿No crees que esa y él se miran y sonríen demasiado? —refunfuñó.

Amanda miró y asintió.

—Por sus gestos, yo diría que, además de mirarse y sonreírse, han hecho algo más.

—Tataaaaaa...

—Ay, Johanna, me has preguntado y yo solo te digo lo que veo.

Molesta por imaginar lo que su hermana decía, cuando la camarera se alejó dijo mirándola:

—La verdad es que es muy guapa.

—Lo es.

—Amandaaaaaa.

—¡¿Qué?!

Johanna miró a su hermana confundida.

—Deberías decir que yo soy más guapa que ella —replicó.

—¿Y desde cuándo te interesa a ti ser la más guapa? —preguntó divertida.

Johanna resopló. Su hermana tenía razón. Jamás en la vida se había preocupado por semejante banalidad.

—Por san Ninian —agregó Amanda—, hay que ver lo tontorrona que te está volviendo a ti el amor...

—Chisss, ¡cállate!

—Tranquila. Nadie me ha oído.

Entonces Johanna, a quien el corazón le iba a mil, al ver que Sean y Alan se levantaban y salían del comedor sin ni siquiera mirarlas, declaró:

—Creo que no voy a hablar con él.

Amanda parpadeó al oír eso. Se habían pasado la noche hablando de Alan, de atracción, de amor...

—Vamos a ver, hermana —cuchicheó—. ¿Quieres hacer el favor de aclararte?

Johanna resopló; aquello que le estaba pasando con Alan la tenía en un sinvivir. Se cubrió el rostro con las manos y susurró:

—Odio sentirme así porque siento que no controlo ni mi vida ni mis emociones.

Amanda sonrió. Y, tras tragar lo que tenía en la boca, declaró:

—Si enamorarse significa no controlar ni mi vida ni mis emociones, definitivamente, no quiero enamorarme.

Minutos después, cuando sus padres y McPherson bajaron al comedor, Amanda decidió subir a la habitación para acabar de preparar su equipaje. Era de las que siempre lo dejaban todo para él último minuto.

Johanna necesitaba que le diera el aire, así que salió a la calle. Se recogió el pelo en una



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