Las Chicas De Rose Hill by Bernadette Walsh

Las Chicas De Rose Hill by Bernadette Walsh

autor:Bernadette Walsh
La lengua: spa
Format: epub
editor: Babelcube Inc.
publicado: 2015-01-21T00:00:00+00:00


Capítulo 15

Rose

Me quedé mirando a Danny moviendo su cabeza y luché contra los efectos de la píldora para dormir. Pareciera como si alguien siempre tratara de dejarme inconsciente. Sé que sólo tratan de aliviar mi dolor, pero por qué, ¿por qué me hacen dormir el preciado tiempo que me queda? Ya dormiré bastante.

La Hermana Elizabeth está en la puerta. “Rose, ¿estás bien? ¿Necesitas otra dosis?”

“Estoy bien. Sólo pensaba”

Tomó la silla más cercana a mi cama. “¿Hay algo que te preocupa?”

“¿Además de morir?” Le esbocé una débil sonrisa. “No, Lizzie, nada en particular. Pensaba en mi padrastro. Cuanto más envejece Danny más se parece a él. La verdad, es aterrador”

“¿Aterrador?”

“Tal vez no es la palabra adecuada. ¿Extraño? ¿Está mejor?”

“Rose, no debes pensar en él. Hiciste lo mejor que pudiste por él. Era un hombre muy enfermo”

“Estaba enfermo” dije. Un enfermo bastardo, agregué en silencio

“¿Quieres que me siente contigo hasta que te duermas?” Preguntó Elizabeth, con sus ojos prácticamente cayéndose de sueño. Eran casi las nueve, y conocía a Lizzie como para decir que estaba aquí desde la mañana.

“No, está bien. Tengo al bello durmiente aquí, en caso de necesitarlo”

“Bueno. Mañana no estaré aquí, pero volveré el viernes” Se inclinó y besó mi mejilla. “Buenas noches y Dios te bendiga”

Danny se movió suavemente con el ruido que hizo Lizzie al cerrar la puerta. Inclinó su cabeza hacia atrás y una pequeña línea de saliva caía de su boca abierta. Recuerdo estar parada en la puerta de la habitación de Peter. Sus ojos, tan llenos de odio y enojo, me miraron y sin hablar me ordenó que le limpiara la saliva de su rostro hundido.

Recordé la puerta del frente cerrarse de golpe seguido por el repiqueteo de los tacones de Kitty. El ruido despertó a mi hija. Me tragué los insultos mientras limpiaba la cara maltratada de Peter.

“La niña está llorando, amor. Parece que tiene hambre” gritó Kitty desde la cocina de al lado.

“La alimenté hace una hora. Tú la despertaste”

Mi madre se paró en la puerta del cuarto de Peter. “No lo sé, a mi me parece que tiene hambre. No te preocupes por él ahora, atiende a tu hija. ¿No es grandioso, Peter, cómo nuestra pequeña Rosie tiene su propia beba? Oh, se que si pudieras la felicitarías, ¿no lo harías, Peter?” dijo Kitty con ese dulce tono burlón que utilizaba para hablarle al bulto en la cama. Los ojos de Peter se llenaban de ira y le respondía con un gorjeo.

“Claro, Peter, no te canses. Sabemos que estás feliz por Rosie” dijo Kitty. “Un bebé es una bendición sin importar de qué lado de la manta nace, ¿no estás de acuerdo, Peter? Oh, la señora Hennessy tenía algunas cosas para decir al respecto, pero enseguida la enderecé, ¿cierto, Rosie?”

Me quedé callada mientras la cara de Peter se enrojeció de bronca. Kitty me miró. “Esa criatura no se alimentará sola. Ve a prepararle un biberón mientras le doy el almuerzo a este tipo. Es hora de su almuerzo, ¿lo es?”

Sorprendida, dije “Si”.



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