Las aves de Richmond by José Luis Gallego

autor:José Luis Gallego [Gallego, José Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-10-01T00:00:00+00:00

21

Luz entre tinieblas

Ni rastro de Mario. Ni una sola pista. Foster llevaba cuatro días tratando de localizar el más mínimo indicio. A decir verdad, Fischer no le había dado nada más que una minuciosa descripción de su físico y algunos detalles de la conversación que mantuvo con el latino.

Decir eso y decir nada, era lo mismo.

Desesperado ante la falta de avances, había contactado con Saul, un viejo amigo que todavía trabajaba en la fiscalía bajo el mando de Bittan. A decir verdad, había sido Saul quien le había presentado a Bittan en su día. Desde entonces, la colaboración entre ambos había sido realmente fructífera, ya que mientras Saul se beneficiaba de las informaciones que se obtenían en las comisarías que gobernaba Matt, este podía hacer uso de la inmensa dotación de medios de la que se proveía a la fiscalía del Estado.

—Deberás darme algo más —le había pedido a Foster.

Saul parecía inquieto, lo cual era algo lógico, teniendo en cuenta que Matt acababa de ser suspendido. Con todo, supuso que si igualmente acudía a él era porque no tenía ninguna otra alternativa y después de tantos años consideró que podría ayudarle mientras no le metiera en ningún lío.

—No tengo nada más —se limitó a responderle Matt.

Y tenía razón. Solo tenía un nombre: Mario. Era ridículo. ¡Maldita sea, podría ser cualquiera! Si tuviese a su alcance más medios, si pudiese disponer de algunos agentes para iniciar la búsqueda… pero nada, estaba suspendido. Él, Matt Foster, el intachable capitán al que todos temían, la mano derecha del mejor fiscal que había conocido el país, defendiendo a un homosexual acusado de uno de los peores crímenes que se le podían imputar a un hombre. Defendiendo a un presunto violador asesino.

Todos aquellos pensamientos le creaban un terrible tormento interior. Vértigo.

Se sintió agobiado por la presión de los acontecimientos, así que decidió abrir de par en par las ventanas de su piso. Era un confortable y amplio loft situado en pleno centro de la ciudad. El sol entraba por los tragaluces abriéndose paso por cada rincón. La decoración era exquisita, orquestada entre el vanguardismo y el estilo vintage. Todo en casa de Foster estaba expresamente dispuesto en su lugar adecuado. La pulsión por el control alcanzaba hasta las esquinas de su casa.

A pesar de haberle suspendido, todavía no habían dado de baja su clave de acceso a la base de datos de la policía, así que se había pasado cuatro días buscando en las diferentes fichas policiales tratando de dar con un perfil como el que le había descrito Fischer. Ciertamente, debía tener mucha suerte, pues tendría que darse la casualidad de que el ecuatoriano estuviese fichado por la policía para que apareciese en los registros. Además, debería conservar el mismo aspecto, incluso no tenía claro ni si su nombre verdadero era Mario. Pero no tenía nada más. No tenía por dónde empezar.

Se apoyó en la ventana y dejó que el aire de la mañana le refrescara el rostro. De pronto cayó en la cuenta

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