Las aventuras de Katana en Super Hero High by Lisa Yee

Las aventuras de Katana en Super Hero High by Lisa Yee

autor:Lisa Yee
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788490438091
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


–¿Cangrejos? —dijo Bumblebee, mientras levantaba divertida una de las hojas en movimiento—. ¡Son monísimos!

—Parecen un poco enfadados —comentó Poison Ivy, mirándolos y saludándolos con la mano. Las pequeñas criaturas permanecían camufladas bajo las hojas, pero tuvo la sensación de que le respondían.

Katana observó a los pequeños cangrejos, que a su vez la miraban desde el suelo. Eran apenas un poco más grandes que su propio puño. Había oído hablar de ellos. Onna le había explicado cosas de los Cangrejos Fantasma, «siempre presentes, raras veces vistos», pero Katana pensó que eran otra de las leyendas de su abuela. A Onna le encantaba contarle historias de dragones que volaban, de cangrejos que hablaban, de batallas, victorias y derrotas.

Durante las investigaciones de Katana para el proyecto del legado, Liberty Belle le había sugerido que estudiara los mitos y leyendas japoneses, y había descubierto que algunas contiendas se alargaban durante generaciones, pero que historias como la de las familias enfrentadas que terminan convirtiéndose en piedra no eran más que leyendas. Había aprendido que la legendaria Espada Invencible (también llamada espada Muteki) nunca había sido encontrada. Y supo que la leyenda de los Cangrejos Fantasma se remontaba a los tiempos de los samuráis y tenía implicaciones míticas. Luego había abandonado esta línea de investigación y se había centrado en las hazañas auténticas de su abuela como superheroína samurái.

Se puso en cuclillas y se dirigió al cangrejo reluciente que parecía ser el más atrevido y temerario del grupo.

—¿Habéis venido a encontraros conmigo?

El cangrejo se quitó la hoja de encima y le dedicó una pequeña inclinación.

—No os haremos daño —prometió Poison Ivy.

—¡Mirad! —dijo Bumblebee, asombrada.

A su alrededor, las plantas empezaron a crujir. Uno detrás de otro, más y más Cangrejos Fantasma fueron apareciendo. Eran todos distintos, y en el caparazón llevaban dibujado el rostro de un guerrero. Se colocaron en posición de firmes, en diez hileras perfectas de diez cangrejos cada una.

—Creo que quieren decirte algo —dijo Poison Ivy—. Pero ¿qué?

Katana sacudió la cabeza. Deseaba que Miss Martian estuviera allí. Tal vez ella podría ayudarla. Se arrodilló, y justo cuando estaba a punto de empezar a hablar con ellos, sonó la alarma de la escuela.

«¡¡¡SIMULACRO DE SALVAMENTO!!! ¡¡¡SIMULACRO DE SALVAMENTO!!! ¡¡¡SIMULACRO DE SALVAMENTO!!!», tronaron los altavoces.

—¡Tenemos que informar a los demás! —exclamó Bumblebee, que enseguida emprendió el vuelo y se puso a gritar—: ¡Simulacro de salvamento!

Katana la vio alejarse y luego se volvió hacia los Cangrejos Fantasma. ¡Pero habían desaparecido!

Si Poison Ivy y Bumblebee no los hubieran visto también, habría pensado que todo aquello había sido una mala jugada de su imaginación desbordante, después de tanto investigar la historia y la sabiduría popular japonesas. Pero, por mucho que quisiera, ahora no tenía tiempo para buscar a los cangrejos, porque la alarma del simulacro seguía sonando.



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