Laocoonte by Gotthold Ephraim Lessing

Laocoonte by Gotthold Ephraim Lessing

autor:Gotthold Ephraim Lessing [Lessing, Gotthold Ephraim]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Arte, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 1766-01-01T00:00:00+00:00


XVIII

Y SIN EMBARGO, se pretende que el mismo Homero ha caído en estas frías descripciones de objetos materiales.

Creo que son muy pocos los pasajes que pueden invocarse en apoyo de tal aserción, y estoy seguro de que aun así, estos raros pasajes confirman más bien la regla a la cual parecen hacer excepción.

Queda, pues, establecido mi principio de que el tiempo es el dominio del poeta, como el espacio es el dominio del pintor.

Reunir en un solo y mismo cuadro dos momentos alejados necesariamente uno de otro, como ha hecho fray Mazzuoli con el rapto de las sabinas y la reconciliación entre sus esposos y sus padres, o bien, como ha hecho el Ticiano con la historia entera del hijo pródigo, su vida desordenada, su miseria y su arrepentimiento; reunir momentos tales, repito, es una invasión del pintor en el dominio del poeta, que el buen gusto no aprobará jamás.

Enumerar sucesivamente al lector varios detalles o varios objetos que en la Naturaleza deben abarcarse de un solo guipe de vista a fin de formar un todo, tratando así de ofrecerle una imagen de conjunto; enumerar detalles u objetos tales, repito, es una invasión del poeta en el dominio del pintor, en la cual el primero prodiga en vano y sin provecho mucha imaginación.

Sin embargo, permítaseme una salvedad. Sucede con la pintura y la poesía lo que con dos vecinos amigos y honrados, los cuales, sin sufrir se tome el uno libertades que perjudiquen la propiedad del otro, usan sin embargo de una reciproca indulgencia en los límites comunes, en compensación mutua de las pequeñas incursiones en el terreno vecino que, ora al uno, ora al otro, fuerzan a hacer las circunstancias del momento.

No insistiré, a este respecto, en el hecho de que en los grandes cuadros históricos el momento único es casi siempre un poco extenso, y que entre las obras muy ricas en personajes, quizá no se hallará una sola en que cada uno de ellos tenga de modo exacto el movimiento y la actitud que debiera en el momento de la acción principal, pues, muy al contrario, unos son algo anteriores y otros algo posteriores al instante principal. Libertad es ésta que el maestro debe justificar por algún artificio de disposición, por la proximidad o el alejamiento de sus personajes, de modo que les sea permitido tomar una parte más o menos instantánea en la acción. Recordaré solamente una observación hecha por Mengs a propósito de los vestidos en los cuadros de Rafael.[1] “Todos los pliegues —dice— tienen su razón de ser en este pintor; unos motivados por su pro­ pio peso y otros por la acción de los miembros. A veces su disposición descubre cómo estaban antes, y hasta en esto también ha puesto el pintor cierta intención. Así vemos, por los pliegues, si una pierna o un brazo estaba hacia adelante o hacia atrás antes del movimiento actual; si el miembro antes plegado se ha extendido o se extiende, o bien si antes extendido, se pliega ahora”.



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