Lancelot by Giles Kristian

autor:Giles Kristian [Kristian, Giles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-30T16:00:00+00:00

Capítulo 15Arturo

Tenía la impresión de que todos y cada uno de los lanceros de Britania se encontraban en la cima de Tintagel. El rumor del desafío de Einion se perpetuó en la brisa marina hasta que las mesnadas de los diferentes señores se reunieron al lado del palacio del gran rey como cuervos que se abaten en medio de nubes oscuras por el olor a sangre.

Los escudos solares del rey Menadoc estaban allí. También los hombres de Cyngen, con sus escudos pintados con cuernas de ciervo, y los lanceros de Cynfelyn, y los soldados del rey Meirchion Gul de Rheged, hombro con hombro con las tropas de armadura romana de lord Constantine y los guerreros de varios otros soberanos y reyes menores. Los jinetes de Arturo se abrieron paso hasta la primera línea de la multitud armada con lanzas para ver a su señor y, frente a ellos, del otro lado de este improvisado anfiteatro, hecho de carne y hierro, formaban los hombres del rey Einion de Ebrauc, junto con el mismísimo rey.

—Se le ve seguro —dijo Bors del rey de Ebrauc, porque en los labios delgados de Einion casi se dibujaba una sonrisa, al igual que en sus ojos de color azul pálido, mientras observaba cómo su campeón guadañaba el aire con la gran espada para aflojar los hombros, que podrían haber soportado el yugo de un buey.

—¿Por qué no habría de estarlo? —preguntó Benesek—. Ha visto a este hombre matar a doce enemigos en luchas como esta.

—¿Piensas que vencerá a lord Arturo? —pregunté.

Benesek arqueó una ceja.

—No he dicho tal cosa. Lord Arturo no habría sobrevivido en las Galias de no ser un gran guerrero. Y tiene una buena razón para ganar. Una razón mejor que simplemente conservar la vida, porque, si vence a ese cabrón descomunal, prácticamente habrá ganado el trono de Uther. —Benesek paseó su mirada por los lanceros que nos rodeaban—. Esta caterva habrá tenido su cuota de sangre en un día de verano y estarán contentos. Volverán a sus tierras sabiendo que el nuevo rey de Dumnonia es un guerrero, como lo fue antes su padre.

Arturo caminaba a lo largo de la línea de lanceros que formaba la frontera más lejana del anfiteatro. De extremo a extremo recorrió el estadio con paso orgulloso, sosteniendo espada y escudo e ignorando a quienes le rugían su apoyo a su paso. Se había desecho de su capa, que había entregado a Gawain, pero lucía imponente con su armadura de bronce, cuyas incontables láminas bruñidas reflejaban la luz del sol poniente, de manera que al moverse parecía envuelto en un manto de fuego.

El penacho rojo de su casco se movía de un lado a otro, como en homenaje a sus refinados caballos de guerra; se había bajado las carrilleras y ahora le ocultaban gran parte del rostro, haciéndole parecer aún más intimidante, y cualquier apostura que todavía pudiera entreverse quedaba mancillada por una mueca en la boca y los ojos desorbitados; una máscara salvaje que lo convertía en una persona diferente del hombre que yo había visto en la sala del rey Uther.

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