Lady Hattie y la bestia by Sarah MacLean

Lady Hattie y la bestia by Sarah MacLean

autor:Sarah MacLean [MacLean, Sarah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-07-30T00:00:00+00:00


Capítulo 14

«No deberíamos estar aquí».

El recuerdo golpeó a Whit al ver los ojos de su hermano, de un ámbar brillante, de color idéntico a los de él, a los de Diablo y a los del duque, su padre. Instantáneamente, fue transportado al momento en que lo llevaron, muchos años atrás —pequeño, nervioso y esperanzado— a una sala de estar, en la finca de Marwick, para encontrarse a los chicos que se convertirían en sus hermanos y aliados durante los dos años siguientes. Los recordaba como si estuvieran aquí y ahora, en aquel jardín de Mayfair: Diablo, presuntuoso y audaz, escondiendo su miedo; y Ewan, como una piedra, evaluando con los ojos a los que lo miraban, brillante e instantáneamente favorecido por su padre, que nunca pareció ver la fría furia que ardía en él como el fuego.

Aquel fuego ya no era frío. Aquella noche amenazaba con quemar el mundo.

Hubo un tiempo en el que Ewan fue el más grande de todos, el más alto, el más fornido y el más fuerte. En los recuerdos de Whit era como un dios. Lleno de salud y arrogancia. Nada que ver con el hombre que estaba ante él, una pálida aproximación al niño que había sido. Casi demacrado, la forma en que sus ropas colgaban de su cuerpo, y vacío, sin afeitar y con ojos feroces. Férreo.

Si veinte años en las calles le habían enseñado algo a Whit, era que los hombres que no tenían nada por lo que vivir eran los animales más peligrosos. Se puso en guardia y metió la mano dentro de su abrigo para coger uno de sus cuchillos.

Se sintió reconfortado por el tacto frío y pesado en su mano, por el conocimiento del ángulo exacto del lanzamiento que haría caer a su hermano en el acto. Ewan había sido el mejor luchador de ellos años atrás, nunca lanzaba un puño al aire sin dar en el blanco. Y cuando planearon escapar de su monstruoso padre, creyeron en su éxito gracias a la habilidad de Ewan.

Veinte años de ducado deberían haber igualado el marcador. «Pero no lo habían hecho».

La última vez que los hermanos se enfrentaron a Ewan, dieron por muerto a Diablo. Si no hubiera sido por Felicity, Whit se habría quedado solo para luchar contra el duque de Marwick.

Como podría hacer aquella noche.

—Tengo un chico luchando por su vida en el Garden por tu culpa. —Whit dejó caer su puño a un lado, arma en mano—. Dame una razón por la que no debería vengarme ahora mismo.

—Matar a un duque es una ofensa que puede ser castigada con la horca.

—Los dos sabemos que no eres duque —respondió Whit, disfrutando por la forma en que Ewan se puso rígido al oírlo—. Augie Sedley no hará más lo que tú quieras, hermano.

—No me importa; nunca me importó —dijo Ewan, acercándose. Whit apretó su puño alrededor de la empuñadura del cuchillo, la falta de emoción le inquietó—. Lo único que quiero es ir a por ti. —Su mirada se dirigió por encima del hombro de Whit a la casa—.



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