La vida es breve y el deseo infinito by Patrick Lapeyre

La vida es breve y el deseo infinito by Patrick Lapeyre

autor:Patrick Lapeyre [Lapeyre, Patrick]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T00:00:00+00:00


26

Murphy, con el paraguas en la mano y escoltado por Max Berney y por Sullivan —es el rubio, un poco macrocéfalo, que camina a su derecha—, sube por New Change, preocupado por los avatares de su vida doméstica con Nora.

Oyen sonar las cinco. Como si se tratase de una señal, Sullivan, que vuelve a tener sed, se empeña en que le acompañen a tomar una cerveza. Se la toman, como buenos camaradas que son, y luego lo abandonan a su suerte, no poco contentos de librarse de él.

Mientras Murphy sigue rumiando sobre su imprevisible huésped, Barney le confiesa que en su horizonte han aparecido negros nubarrones y que su colaboración con la agencia ha llegado a su término: Borowitz ya se lo ha insinuado.

Machacado por sus fracasos y por esa eterna mala suerte que lo convierte ya en un fenómeno social —al fin y al cabo va a ser la cuarta vez que le despiden en cuatro años—, Barney hasta está empezando a preguntarse si todo esto no responderá a un complot contra él.

¿Por parte de quién? pregunta Murphy, saliendo de sus cavilaciones. Max no tiene respuesta.

Lo que evidentemente no puede decirle es que sus bostezos eternos en las reuniones de trabajo y sus bromas calamitosas —casi siempre a destiempo— tampoco mejoran su imagen de cara a la dirección.

Se separan como de costumbre ante la estación de Moorgate, y Murphy, sumido otra vez en sus meditaciones, se despista y se confunde de línea.

Durante todo el viaje en el bus que finalmente le lleva a Islington, va pensando que cuando llegue Nora se habrá ido, que el piso estará silencioso, los objetos ordenados en su sitio, como cada día, y que sin embargo todo le parecerá inerte como después de un encantamiento.

Ya se imagina el ruido de sus pasos por el corredor vacío, las fuerzas del no-ser emboscadas tras la puerta.

Pero ella está en casa. Está en el despacho, tumbada en el sofá que le sirve de cama, con las piernas dobladas. Le da la espalda.

Él, presa de una necesidad imperiosa de relajarse, corre a la cocina a servirse un vaso de vino y luego regresa y se sienta a su lado sin hacer ruido.

En los pisos de arriba alguien toca al piano una melodía de ragtime.

Este extraño momento, según la conciencia de Murphy lo asimila —ha acercado la silla—, tiene la doliente belleza de lo que quizá no se repetirá nunca más.

¿Dormías?, dice finalmente, con la mano en la mejilla.

No, me aburría, dice ella estirándose. ¿Qué hora es?

Se estaba aburriendo, piensa, cuando es libre de salir, de ir adonde le apetezca, de verse con quien quiera.

¿Cómo puedes aburrirte al cabo de tres o cuatro días? le pregunta, sentándose al borde de la cama para acariciarle el cuello y las orejas calientes.

Ella le mira, inclinado sobre ella, sin hacer el menor gesto de reciprocidad, y le responde en un tono desenvuelto que así es la vida, se aburre, y además en Londres no conoce a nadie.

Murphy, desconcertado por la cohabitación entre la antigua y la nueva Nora, no sabe qué decir.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.