La tragedia alemana, 1914-1945 by Lucian Boia

La tragedia alemana, 1914-1945 by Lucian Boia

autor:Lucian Boia [Boia, Lucian]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Los Libros de La Catarata
publicado: 2018-02-18T16:00:00+00:00


El 1 de agosto de 1914, inmediatamente después de la orden rusa de movilización, Alemania declaró la guerra a Rusia. En un último intento de limitar la guerra, Guillermo II pidió a su Estado Mayor que detuviese momentáneamente el ataque contra Francia. Con otras palabras, que renunciasen al Plan Von Schlieffen. ¡Imposible! Los planes de guerra no se cambian en el momento de comenzar el conflicto. El 3 de agosto, Alemania presentó a Francia la declaración de guerra.

Todas las grandes potencias implicadas tienen su parte de responsabilidad por no haber detenido el engranaje. Con que una de ellas, cualquiera, hubiese declarado explícitamente que no tenía intención de entrar en el juego, este habría terminado. Aus­­tria-Hungría no se habría lanzado al conflicto si hubiese alber­­gado dudas acerca del apoyo alemán. Rusia no habría dado un paso decisivo a la guerra si no hubiese sentido a Francia a su lado. “Cada Gobierno, en cada momento, eligió la solución que conducía a la guerra general”31, escribe Jean-Jacques Becker, quien, una vez más, no busca separar a Francia de la responsabilidad general. El colmo es que ninguno de los futuros beligerantes deseó la guerra, al menos no una de aquellas dimensiones. “No quisimos eso”, diría más tarde Guillermo II. Nadie quiso, pero nadie estuvo dispuesto a ceder, por poco que fuera, en aras de la paz. En cualquier caso, la “tesis Fischer” se cae. Para Alemania no fue una guerra de agresión preparada de antemano y con un resultado considerado seguro a su favor (porque, de lo contrario, no la habría hecho). Al margen de los proyectos de grandeza, reales o imaginarios, que tuviera Alemania (o, mejor dicho, unos y otros de los responsables, una y otra parte de la opinión pública), la guerra no habría estallado a causa de esos proyectos. Por otro lado, los responsables alemanes no parecen haber estado tan seguros de la victoria. Tenían dudas también Guillermo II, el canciller Bethmann-Hollweg y el general Falkenhayn, ministro de la Guerra que luego fue jefe del Alto Estado Mayor. En una expresión sumaria y muy poco académica, pero quizá más próxima a la verdad, puede decirse que la guerra fue el resultado de una inmensa estupidez colectiva. No es nada alentador que una estupidez de semejantes proporciones haya pasado a ser el acontecimiento fundador del siglo XX. Casi todas las convulsiones y transformaciones posteriores parten de agosto de 1914: sin la Primera Guerra Mundial, otro habría sido el rumbo de la historia.

La responsabilidad de Alemania fue grande, pero llegó a parecer mayor de lo que en realidad fue. El destino infausto de ese país fue haberse instalado, de forma duradera, en el papel real o supuesto de agresor. La historia “simplificada” de la Primera Guerra Mundial conserva al final solo momentos cruciales. Primero, la agresión austriaca (impulsada por Berlín) contra Ser­­bia. Después, la declaración de guerra de Alemania contra Rusia (en el esquema simplificado, la movilización del ejército ruso prácticamente se deja de lado). El paso siguiente: Alemania declara la guerra a Francia.



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