La Reina En El Palacio De Las Corrientes De Aire by Stieg Larsson

La Reina En El Palacio De Las Corrientes De Aire by Stieg Larsson

autor:Stieg Larsson
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788423341610


Erika Berger se puso boca abajo y apoyó la cabeza sobre los nudillos. De repente sonrió.

—Mikael, ¿nunca te has parado a pensar si, en realidad, no estaremos locos de remate los dos?

—¿Por qué?

—Pues yo, por lo menos, sí. Me despiertas un irrefrenable deseo. Me siento como una adolescente loca.

—Ajá.

—Y luego quiero ir a casa y acostarme con mi marido.

Mikael se rio.

—Conozco a un buen terapeuta —dijo.

Ella le hundió un dedo en la cintura.

—Mikael, trabajar en el SMP me está empezando a parecer un gran error.

—¡Y una mierda! Es una gran oportunidad para ti. Si alguien puede resucitar a ese muerto, eres tú.

—Sí, tal vez. Pero ése es precisamente el problema. El SMP es como un muerto. Y encima anoche vas y rematas la faena con lo de Magnus Borgsjö. No entiendo qué diablos pinto yo allí.

—Dale tiempo al tiempo.

—Ya, pero lo de Borgsjö no me hace ninguna gracia. No tengo ni idea de cómo voy a llevarlo.

—Yo tampoco. Pero ya pensaremos en algo.

Ella permaneció callada un instante.

—Te echo de menos.

Él asintió y la miró.

—Yo también te echo de menos.

—¿Cuánto pedirías por venirte al SMP y convertirte en jefe de Noticias?

—¡En mi vida! ¿No lo es ya ese Holm, o como se llame?

—Sí. Pero es un idiota.

—En eso te doy la razón.

—¿Lo conoces?

—Claro que sí. Fue mi jefe durante tres meses a mediados de los años ochenta, cuando trabajé cubriendo una baja. Es un cabrón que manipula a la gente. Además...

—¿Además qué?

—Bah, nada. No quiero ir por ahí soltando cotilleos.

—Dime.

—Una chica llamada Ulla no sé qué y que también trabajaba como sustituta dijo que él la acosaba sexualmente. No sé cuánto hubo de verdad y cuánto de falso en todo aquello, pero el comité de empresa no hizo nada al respecto y a ella no le prorrogaron el contrato, cosa que sí iban a hacer antes.

Erika Berger miró el reloj, suspiró, salió de la cama y desapareció en dirección a la ducha. Mikael ni se había movido cuando ella salió, se secó y se puso la ropa.

—Yo me quedo un rato más —dijo él.

Ella le dio un beso en la mejilla, se despidió con la mano y se marchó.



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