La princesa de las almas by Alexandra Christo

La princesa de las almas by Alexandra Christo

autor:Alexandra Christo [Christo, Alexandra]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9786075576732
editor: Océano Gran Travesía
publicado: 2023-01-01T00:00:00+00:00


El puerto de Armonía no se parece a lo poco que he visto de los muelles en Vasiliádes. No hay guardias patrullando, barcos militares ni soldados con espadas del tamaño de caballos.

Los muelles se extienden como rayos de sol, dispersándose desde el semicírculo de arena en tablones de brillante madera amarilla. Los botes amarrados son de una variedad de colores, con nombres pintados en letra cursiva. Algunos son tan enormes como casas; otros, no más grandes que yo, con remos colgados a sus costados.

—Esto va a ser pan comido comparado con Vasiliádes —dice Nox con petulancia—. Ni un barco de la Última Guardia a la vista, sólo botes recreativos y de piratas.

—¿Se te olvida que te vi morir en un barco pirata? —pregunto.

—Supongo que soy optimista —responde—. Además, necesitamos el globo para salir de aquí, y si la canasta está en uno de estos barcos, no tenemos otra opción.

Suspiro, frustrada por su arrogancia.

Sé que no tenemos otra opción, pero al menos debería fingir que se preocupa. Nox no le teme a la muerte tanto como debería. Le digo que ya viene, le digo cuándo y dónde lo acecha, y eso sólo le da más confianza para enfrentarla.

Lo único que parece ponerlo en guardia es lo desconocido, y en su ausencia, florece.

—¿Es ése? —señala un bote.

No, no es un bote, ni siquiera un barco. Es un monstruo marino idéntico al que vi en mi presagio.

Una bestia con velas en forma de ala de verde translúcido, que se curva hacia el cielo en un remolino. Los maderos y sogas que las sujetan parecen venas y huesos, y su arnés curvo es de color jade profundo, y se bifurca bruscamente por el centro, como una lengua sibilante.

—Ése es —confirmo.

—Lo sabía —Nox sonríe como si eso hiciera las cosas más interesantes—. Si alguien en Armonía fuera a robar algo inútil, sólo porque le es útil a alguien más, es el dueño de ese barco.

—¿Quién es? —pregunto.

—Un viejo amigo.

Los ojos castaños de Nox destellan traviesos, reflejando el agua del puerto cristalino a la distancia.

Micah suelta una risita.

—Le va a encantar verte.

—Seguro —dice Nox, sacando la espada—. Y eso hará aún más divertido robar la canasta de vuelta.

Se me cae la mandíbula al piso.

—¿Robar?

Nox voltea hacia mí.

—¿Te parecería mejor “confiscar”?

Cruzo los brazos.

—¿No podemos simplemente pedirle que la devuelva?

—¿Olvidas que es un pirata?

—¿Olvidas que acabas de decir que es un viejo amigo?

—Oh —asiente Nox, como si apenas notara haber mentido, y se encoge de hombros—. Es más un enemigo, de hecho.

—¿Hay alguien en las Seis Islas con quien simpatices? —pregunto porque no sé si es posible.

Nox señala a Micah con la cabeza.

—A él le caigo bien.

—¿Alguien que no sea un idiota?

—¡Hey! —exclama Micah, al mismo tiempo que Irenya suelta una carcajada.

—Mira —Nox levanta su espada a contraluz, la estudia por un instante buscándole manchas, y cuando está satisfecho con su perfección, continúa—. Si queremos sobrevivir, necesitamos recuperar nuestro transporte. No llegué tan lejos para que un pirata me lo quite todo.

Casi voy trotando para seguirle el paso mientras se dirige hacia el barco.



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