La playa de los muertos by Pablo Poveda

autor:Pablo Poveda [Poveda, Pablo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-09-05T00:00:00+00:00

22

Salí de la cafetería bajo el radiante sol y el sofocante calor de esas horas. Me puse las Wayfarer para protegerme la vista y descendí las escaleras hacia la entrada del restaurante. Como era de esperar, el servicio estaba recogiendo las mesas de los comensales y ya no quedaba ningún cliente allí. Me asomé a la puerta, con la esperanza de sorprender al encargado y tener la oportunidad de hablar con él. No esperaba que Samuel soltara prenda ni que me lo pusiera fácil, pero confiaba en que su fisionomía y el lenguaje corporal me proporcionaría las pistas que necesitaba.

Lamentablemente, Samuel no estaba allí, ni tampoco parecía encontrarse cerca. Con el café ya frío, salí del complejo y me dirigí al camino que bajaba del paseo y llevaba a la playa. Desde lejos, pude divisar un grupo de personas atrevidas, en su mayoría mujeres, que se achicharraban al sol como gambas. Tomé la cuesta que llevaba a la carretera y bordeé el complejo por el exterior, hasta llegar a la calle principal por la que había accedido al aparcamiento. A un lado, había otro complejo residencial privado, al que no se podía acceder, con un estilo de viviendas muy similar al que había alquilado.

La carretera se perdía en una curva sin visibilidad que subía hacia la montaña. Palpé el bolsillo del pantalón para asegurarme de que aún guardaba las llaves del coche y regresé al garaje con una idea en la cabeza y una misión por cumplir. Minutos más tarde, el ruido del motor alemán rugió con fuerza en la carretera, despertando a más de un turista de la siesta.

No sabía qué encontraría, pues era probable que no diera con nada, pero debía asegurarme. Por cómo estaba ubicada la pendiente, intuí que el camino debía llevar hacia la cima de un monte. A medida que me alejaba del complejo de apartamentos, encontré propiedades privadas amuralladas de las que solo se veía el límite.

Seguí la carretera, bordeando la costa, hasta que un camino se desvió hacia la playa. Era la cala de les Palmeretes y terminaba en una pequeña rotonda que facilitaba el cambio de sentido. A esa hora, no había actividad por allí. Mis ojos se desviaron hacia un reflejo que había en lo más alto y supe cuál era mi destino.

Continué conduciendo un tramo más y las construcciones desaparecieron, dando paso a un terreno árido y seco, característico de la región. Al límite de la última finca pegada a la carretera y en el punto más alto de la cuesta, la tierra y un montón de rocas colocadas intencionadamente me indicaron que había llegado al final del camino y que no podría continuar conduciendo.

Me bajé del coche y continué caminando. La única presencia era la mía, además de la brisa cálida que soplaba, que parecía el tubo de escape de un camión. Avancé unos metros y sentí el impacto del calor en mi cuerpo, provocándome una sensación de mareo ligero. Lo último que quería era una insolación. Si me desmayaba allí, nadie me encontraría hasta pasados varios días.

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