La muerte contada por un sapiens a un neandertal by Juan José Millás & Juan Luis Arsuaga

autor:Juan José Millás & Juan Luis Arsuaga [Millás, Juan José & Arsuaga, Juan Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2022-02-24T00:00:00+00:00

A Arsuaga no le gusta la comida japonesa, ya lo he advertido en otras ocasiones. Finge que sí, pero luego se limita a revolver el plato con los palillos para que dé la impresión de que ha comido.

—Si quieres, pedimos otra cosa —digo.

—No, no, así está bien, gracias.

—Bueno —apunto al fin maliciosamente—, parece que con relación a mi edad estoy yo mejor que tú con relación a la tuya.

—¡Porque te has quitado nueve kilos —exclama—, los mismos que he cogido yo!

—Pero no creerás de verdad que los nueve kilos que he perdido yo son los que has ganado tú.

El paleontólogo me mira como preguntándose si hablo en serio. Él es un científico.

Un científico.

Pero los científicos tienen emociones. Me viene a la memoria entonces un día del año anterior en el que nos encontrábamos en Sevilla, promocionando nuestro libro. La Navidad estaba cerca y pasamos frente a un establecimiento de Loterías y Apuestas del Estado en el que me habría gustado comprar un décimo. No me atreví por miedo a que el científico se riera de mí, pues ya sé que las probabilidades de que te toque el Gordo son ínfimas, por no decir nulas. El paleontólogo, en cambio, entró con toda naturalidad en el establecimiento y adquirió un número.

—No imaginaba que los científicos jugabais a la lotería —dije.

—Es que es un número muy bonito —apuntó según me lo mostraba.

Luego me dedicó una mirada enigmática y se guardó el décimo en la cartera. Al día siguiente, me escabullí del hotel y acudí a la administración para adquirir el mismo número, que había retenido en la memoria con la agilidad con la que un joven retiene el número de teléfono de una chica recién conocida.

Pero no nos tocó.

El paleontólogo —decíamos— me mira.

—La cosa —dice— es que, si estuviéramos huyendo de un león, todavía te cazaba a ti antes que a mí. Estoy mejor que tú en términos de funcionalidad. Si tienes dudas, echamos una carrera o hacemos unas flexiones y dejamos el asunto despejado. Pero si necesitas tanto oírlo, te lo diré: tú estás mejor para tu edad que yo para la mía.

—¡Por fin lo has dicho! —exclamo.

—No soy un negacionista —responde—, pero el león te cogería antes a ti que a mí.

—El hecho —añado— de que nuestros cuerpos respondan más o menos a nuestras edades y de que no tengamos ninguna enfermedad crónica significa que nos adecuamos bien a la programación vital.

—Esa es la teoría del envejecimiento y la muerte programada —dice—. Yo la discuto.

—¿De qué son el resultado entonces la vejez y la muerte? —pregunto.

—Para la biología evolutiva, son el resultado de la acumulación de mutaciones perjudiciales que se expresan a estas edades. Nuestra contribución genética a la siguiente generación es muy pequeña, por no decir nula, y por tanto que vivamos o muramos no tiene transcendencia a efectos de la continuidad de nuestros genes. Eso significa que ahora nos encontramos en una fase de deterioro físico diferente. El tuyo, mayor que el mío en términos absolutos, no comparados con nuestra edad.

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