La manzana by Ángel Ruiz Cediel

autor:Ángel Ruiz Cediel
La lengua: spa
Format: epub
Tags: suspense, accin, sobrenatural, intriga, sexo, violencia, conspiraciones, la violencia, angeles y demonios
editor: Ángel Ruiz Cediel

19

Dos entre miles

La muerte es el comienzo de la inmortalidad.

Maximilan Robespierre

«No somos humanos» era una frase que Elías no podía apartar de su mente. La repetía una vez y otra como un mantra que le hubiera empujado a una extraña dimensión.

El seductor, cínico y suave discurso de Mitchel, para sumarle a la causa de las Dinastías, se complementaba con los despiadados métodos de Julius Artaqof. Poli bueno, poli malo; pero para ambos la matanza que habían organizado era nada más que una lección de hasta dónde estaban dispuestos a llegar para que se sometiera y los entregara las Llaves de la Vida.

Ya se lo había dicho Mitchel recurriendo a Roosevelt: «se negocia en voz baja y con una pistola bajo la mesa.» Mitchel era la voz baja y cordial; Mr. Artaqof, la pistola.

Ahora le era mucho más sencillo comprender el devenir de la historia, la aventura humana. Los conflictos, las guerras y los holocaustos hundían sus raíces en el poder; pero también la contaminación, la superpoblación, la tecnología represiva y de control, y hasta la investigación científica. Como decía Eduardo: el poder es una bestia incomprensible que tiene vida propia. Los hombres no gobiernan al poder, sino el poder a los hombres: los convierte en seres crueles, miserables y desalmados.

¿Le sucedería a él lo mismo?

¿Terminaría por parecerse a ellos?

¿Sucumbiría a la presión?

¿Cómo enfrentarse a una potencia tan desmedida?

Si no obedecía, harían más daño.

Mucho más.

Y, su capacidad de hacerlo, era ilimitada.

Una dicotomía se erguía en su pensamiento sobre todo lo demás: ¿rendirse y que todo siguiera igual, o plantar batalla a un precio tal vez impagable? De ninguna manera consideraba la opción de claudicar. Podría dimitir, volver a su vida gris o a ninguna; pero no les entregaría por nada del mundo las Llaves de la Vida, fuera lo que fuese eso.

La otra alternativa, la de plantar batalla, era una cuestión todavía más ardua. El costo, quizá, era una guerra soterrada. Dudaba mucho que fueran a movilizar aviones de guerra y divisiones blindadas o de infantería; pero podían agitar el país como les sucedió a tantos otros, e incluso conducirle a un caos dosificado, lento y concienzudo como el tormento del gota a gota. Una sucesión de atentados como el perpetrado contra el centro comercial, era un precio demasiado elevado.

Y entonces ¿qué?

Era preciso pensar.

Hacerlo con calma y usar la estrategia.

Sí; ese era el camino.

Tomar decisiones sin análisis solo representaba tomar los caminos equivocados, y no estaba dispuesto a eso. Por eso debía averiguar, primero que nada, quién era en realidad y si, como decía Sofía, siempre había estado controlado desde que naciera o si todo ello formaba parte de una trama maquiavélica.

Tenía que saber con certeza quiénes fueron sus padres biológicos, si Aba y Abaddona eran la misma criatura o la segunda una parte de una mentira colosal, y qué era exactamente eso de las Llaves de la Vida. Mientras no supiera esto con absoluta certeza, nada podía avanzar, y, en esa investigación, necesitaba alguien que le condujera por esos caminos inexplorados para él.

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