La guardia by Nikos Kavadías

La guardia by Nikos Kavadías

autor:Nikos Kavadías [Nikos Kavadías]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9789992076033
editor: Trotalibros Editorial
publicado: 2021-07-04T05:00:00+00:00


Chagall: Cimetière

Tropecé con las piedras. Me llené de fango. Resbalé dos o tres veces y me caí al suelo. De vez en cuando, me detenía y echaba un vistazo alrededor. ¡Si las piedras hablasen! ¡Cuánta energía había inundado aquella tierra desde la época de los foceos!

De repente vi encenderse todas las luces como entonces. El puente transbordador regresaba a su sitio. Las puertas se abrían y se cerraban. Escuché los roncos discos de las canciones de 1929. Me acarició la Pompeya de Piver. Escuché el cric-crac que producían las persianas de cuentas y bambú en las cervecerías.

A estas horas, antes de la guerra… Vi a aquel agregado del Argonauta, de dieciséis años, con su gorra triestina, llevando el dinero en la mano para no perderlo. Una mujer lo atrajo dulcemente hacia sí: «Deja el dinero por ahí», tomó un billete de cinco y lo guardó en un cajón. «Después, si quieres, me das un franco.» No recuerda su nombre. Recuerda tan solo que se desgarró. Ella se asustó aún más. Hizo lo que pudo por cortar la hemorragia. Lo llevó hasta la esquina de la calle. «Bébete dos pastís y no temas. Eso les pasa a todos.»

Abrí los ojos y vi las ruinas. Volví a tropezar, pero ahora no se trataba de una piedra:

—Qu’est-ce que tu veux?

—Toi.

—Va-t-en.

—Lily.

—Laisse-moi tranquille.

—Canela.

Así la llamábamos los griegos, por el color de su pelo. Nunca había visto piernas de un blanco más níveo que las suyas. Hizo ademán de irse. La cogí de la mano. Comenzó a gritar. «Police… Police…» La solté.

—He visto a Prosper… —le grité mientras se alejaba—, en Numea.

Se detuvo. Vi cómo le brillaban los ojos, cómo sus manos esbozaban un gesto de ruego. Se acercó.

—Dis moi vite, ¿dónde está?

—Ha salido de la trena. Tiene una tienda. No paraba de preguntar por ti. Me pidió que viniera a verte.

—¿Se ha casado? —le tembló la voz.

—¡Qué va! ¿No te digo que va a venir? En cuanto tenga permiso. Dime, Lily, ¿cómo ha sucedido este desastre? ¿Por qué lo han demolido todo?

Me interrumpió:

—¿Ha sufrido? ¿Está más viejo?

—Igual que cuando lo conociste.

—¿Le quedan marcas de las cadenas en las manos? ¿Le duelen? —Recordé las palizas que había recibido de aquellas manos, el dinero que le habían quitado, los mechones que le habían arrancado.— ¿Conserva todos los dientes? ¿Y el pelo…?

—Está hecho un roble.

—No te creo. ¿Te ha dado algún recuerdo para mí?

Me desabroché la camisa y me quité de la camiseta un imperdible con una medalla de la Virgen. La cadena la había vendido durante la Ocupación. Se la di. Se la llevó a los labios y la apretó con la palma de la mano. En aquel momento, dejé de sentir remordimientos por las mentiras que le había dicho. Se sentó en una piedra, y yo en otra, frente a ella. El brillo de sus piernas rompía la oscuridad. Estuvimos un buen rato sin hablar.

—Veux-tu faire l’amour avec moi?

—Quiero preguntarte una cosa.

—Lo que quieras.

—¿Cómo ha sucedido este desastre? ¿Por qué lo han destruido todo?

—Pues… Aquella noche yo estaba durmiendo con un negro.



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