La galaxia en llamas by Ben Counter

La galaxia en llamas by Ben Counter

autor:Ben Counter [Counter, Ben]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


DIEZ

La verdad más valiosa

Praal

La tumba de la Muerte

El subnivel estaba repleto de gente que había acudido a escuchar la palabra del apóstol de la santa. «Apóstol. Así es como me llaman», pensó Sindermann. Le reconfortó saber que incluso en esos tiempos tan turbulentos seguía siendo una persona a la que otros seguían. También sabía que aquello no era más que simple vanidad, pero aun así… uno aprovecha lo que puede cuando las circunstancias cambian más allá del control de uno.

La noticia de que iba a dar un discurso se extendió con rapidez por todo el Espíritu Vengativo. Miró con nerviosismo hacia los límites del subnivel en busca de alguna señal que indicara que aquella noticia se había extendido más allá de los fieles al Emperador. Varios guardias armados vigilaban los diferentes accesos al subnivel, pero él sabía que si los Adeptus Astartes o Maggard y sus soldados atacaban, ninguno de ellos escaparía con vida.

Estaban corriendo un riesgo terrible, pero Euphrati había dejado muy claro que necesitaba hablarle a la gente, divulgar la palabra del Emperador y contar la inminente traición que había presenciado.

Miles de personas lo miraban expectantes. Sindermann carraspeó para aclararse la garganta, miró por encima del hombro hacia donde Mersadie y Euphrati lo contemplaban, de pie, delante del atril colocado sobre una improvisada plataforma hecha con cajas de embalaje. Habían colocado un altavoz de comunicación portátil para que sus palabras llegaran hasta el fondo de la estancia, aunque él sabía que era capaz de hacer que su entrenada voz de iterador se oyera por todas partes sin necesidad de ayuda mecánica alguna. En realidad, el comunicador lo habían instalado para que sus palabras pudieran llegar hasta aquellos que no habían conseguido acudir a la reunión. Algunos fieles pertenecientes al equipo técnico habían conectado la unidad de comunicación con la red principal de altavoces de la nave.

Las palabras de Sindermann se oirían por toda la flota de la expedición.

Sonrió a la multitud y tomó un sorbo de agua del vaso que tenía al lado.

Un mar de rostros expectantes le devolvió la mirada. Los asistentes estaban desesperados por oír sus palabras de sabiduría. Se preguntó qué les diría. Echó un vistazo a las notas que tenía garabateadas y que había escrito a lo largo del tiempo que llevaba encerrado en las entrañas de la nave. Miró de nuevo por encima del hombro hacia Euphrati, y la sonrisa que ella le envió le elevó los ánimos.

Observó otra vez las notas, y lo escrito le pareció algo trillado y artificial.

Hizo una bola con los papeles y la tiró a un lado. Sentía que la sonrisa de aprobación de Euphrati le hacía el mismo efecto que un tónico en las venas.

—Amigos míos —empezó diciendo—. Vivimos en unos tiempos extraños y se están produciendo acontecimientos que os conmocionarán a muchos de vosotros lo mismo que me conmocionaron a mí. Habéis venido a oír hablar a la santa, pero ella me ha pedido que sea yo quien os hable, que sea yo quien os cuente lo que ella ha visto y quien os diga lo que todos los hombres y mujeres de fe deben hacer.



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