La Eternidad de un Amor Efímero (Buenos Aires) by Gastohn Barrios

autor:Gastohn Barrios
La lengua: spa
Format: epub
editor: Gastohn Barrios
publicado: 2022-07-19T12:15:05+00:00

Veinticinco

De algún modo, tuve la sensación de que J preguntaba sobre mi padre para tratar de encontrar respuestas a sus propias preguntas. Cuando terminé de hablar, se sumió en un silencio que duró varios minutos, mientras nos desplazábamos entre estatuas. Cuando encontré las palabras y el coraje para formular la pregunta que había estado rondándome por la cabeza, hablé. No quería parecer imprudente o entrometido, de modo que pensé con cuidado lo que diría.

—¿Y tú? ¿Tienes algún dolor que no puedes dejar atrás?

Levantó la mirada desde las amarillentas baldosas del sendero en que andábamos y me observó por un momento. Sus ojos buscaban algo en los míos, quizá la fuerza para verbalizar cierta cosa que nunca se había atrevido a poner en palabras.

—Tal vez… también mi padre. Aunque no puedo echarle la culpa de nada, siento que gran parte de su vida ha actuado de manera egoísta, y eso duele. No haber sido su prioridad, ¿sabes? Él nunca ha desaparecido de mi vida, ni ha dejado de preocuparse, pero… algo… siempre faltó. Con la edad uno aprende lo que acabas de decir: todos nos equivocamos, y nuestros padres son tan humanos como nosotros. Pero cuando uno es chico y no recibe lo que precisa, siente el dolor de esa falta y no sabe cómo entenderlo, o cómo sobrellevarlo.

—Por eso, lo mejor es aceptar las cosas como nos llegaron. Cuando uno acepta lo que le tocó en suerte, se libera de la angustia. Puede ser que la sombra de ese dolor nunca se vaya del todo, pero es liberador ponerse en los zapatos del otro y tratar de entenderlo.

Asintió.

—Y también hay que ser agradecido —continué.

—¿Agradecido de qué?

—De la vida que nos tocó. Tú y yo somos dos afortunados.

—¿Eso crees?

—¡Claro que sí! Mírate… te puedes dar los gustos que quieras, puedes viajar, eres adorable, lindo, inteligente. Tienes una familia que, a pesar de las falencias, se preocupa por ti. Además, tienes todas las herramientas para hacer lo que quieras de tu futuro.

—¿Y tú? ¿También te sientes afortunado?

—¡Claro que sí! He recibido una buena educación, he sido amado, he podido amar. Desde que tengo uso de razón he sabido cuál era mi vocación. He ido tras ella, he podido viajar, conocer lugares, gente, culturas, aprender idiomas. Siempre me he sentido amado, por familiares, amigos, amantes. He hecho lo que he querido hasta ahora, y la mayor parte del tiempo me siento feliz, ¿qué más puedo pedir?

—¿No tienes miedo a fracasar en tus sueños?

—No. Hace mucho, cuando estaba en el último año del secundario, una noche estábamos en una terraza con unos amigos, mirando las estrellas y filosofando sobre la vida, uno de ellos, un poco perturbado porque se acercaba el fin de curso y debíamos comenzar la vida de “adultos”, preguntó: “¿Tienen miedo de no ser felices en lo que viene?” Cada uno dio su parecer, cuando me tocó a mí, no me preguntes por qué, dije: “Yo pienso que no hay posibilidad de que no sea feliz, porque hoy mismo, teniendo tantos

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