La espada y la rosa by Antonio Martinez Menchen

La espada y la rosa by Antonio Martinez Menchen

autor:Antonio Martinez Menchen
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Juvenil, Aventuras, Fantasía
editor: Alfaguara
publicado: 1998-01-01T00:00:00+00:00


En el Apéndice el lector encontrará

información sobre:

el cantar de Roldan,

la vida de san Alejo y

las marcas de nacimiento.

7 Desandando el camino

Ahora, mientras volvemos sobre nuestros pasos desandando la ruta de la interrumpida peregrinación, si me paro a pensar en lo que Gilberto me dijo y en lo que pretende que hagamos, más que una locura, me parece un sueño.

¿Cómo no va a ser un sueño que yo sea el barón de Forner? Yo, a quien recogió del río el hermano Martín, criado malamente en un monasterio ruinoso y abandonado, sin ver a nadie, sin otra compañía ni amparo que el de un pobre lego, ¿cómo voy a ser el legítimo heredero de la noble casa que dotó y construyó en tiempos pasados esa misma abadía de la que tan sólo conocí unos pobres despojos? No, no es posible. Sin duda Gilberto se engaña o simplemente sueña.

¿Pero y si no soñara? ¿Si fuera verdad? ¿Si yo fuese el heredero del barón de Forner, nieto del que luchó con Gilberto en Tierra Santa? Está la señal, esa marca que tengo desde el día que nací y que, según mi amigo, llevan al nacer todos los herederos de la baronía. ¿Por qué no podría ser? ¿Es que no ocurre en las coplas que cantan los juglares tales sucesos? Mas una cosa son las historias juglarescas y otra mi propia historia.

Recuerdo que cuando me refirió Gilberto el principio de la historia del Caballero del Cisne, tal como se la narró un juglar que volvía de Compostela, me preguntaba, en espera de conciliar el sueño, si no sería como aquel antepasado de Godofredo: si dado lo oscuro de mi nacimiento y el hecho, que parece de canto de un juglar, de bajar arrastrado por la corriente, amarrado sobre un escudo y flotando entre un montón de cadáveres, no supondría que también, como el de aquellos otros siete hermanos abandonados, mi origen fuese noble y misterioso y estuviera como estaban ellos destinado a más altos destinos. Entonces creía que aquellos pensamientos eran tan sólo figuraciones y fantasías con las que llenaba la pobreza y monotonía de mi vida, pero ahora bien puedo pensar que aquellos ensueños e ilusiones no estaban muy lejos de la realidad.

Mas aunque fuera así, aunque yo fuese el heredero del barón de Forner, aunque una bruja malvada me hubiera arrancado de mi noble cuna y arrojado al río, ¿cómo podré hacer valer mi derecho? Gilberto es mi único valedor. Con su capa oscura, su bordón y su sombrero de peregrino, nadie podría tomarlo por un caballero; más bien por un mendigo, tal como hizo el criado de su propia casa. ¡Y éste es mi paladín, mi único amparo!

Sin embargo, Gilberto tiene algo especial, algo que, a pesar de todo, obliga a confiar en él. Hace unos días, cuando salvábamos, de regreso, estas altas montañas que ahora tengo a mi espalda, en un angosto desfiladero se nos cruzó cortándonos el camino un enorme oso. Yo quedé inmovilizado por el terror. La fiera se



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