La Duquesa Impostora by Barbara Cartland

autor:Barbara Cartland
La lengua: por
Format: epub
editor: Barbara Cartland

CAPÍTULO V

El Duque y la Duquesa de Kerncliffe cruzaron el canal a la mañana siguiente.

El yate les llevó a Boloña, donde les estaba esperando un carruaje tirado por cuatro caballos.

Era un día brillante, lleno de sol, y se pusieron en marcha para hacer un recorrido de casi una hora antes de llegar al chutean, donde iban a hospedarse.

El Duque explicó con voz muy fría que ahí era donde él se alojaba habitualmente cuando visitaba Francia.

El Duque era un amigo suyo, mas se encontraba en París en aquellos momentos y se lo había ofrecido para su segunda noche de luna de miel.

Dijo muy poco mas durante el recorrido.

Como Areta había pasado en su camarote todo el tiempo que los llevó cruzar el canal, casi no existió comunicación alguna entre ellos.

Se preguntó si el Duque estaría enfadado a causa de haber cerrado ella con llave su puerta la noche anterior.

Había oído sus pisadas, escuchó cómo hacía girar el pomo y después cómo se alejaba.

Areta era consciente del disgusto del Duque por tener que haberse casado, más pensó que, con toda probabilidad, tal vez se sintió aliviado por el hecho de que ella hubiera cerrado la puerta con llave. Sin embargo, tampoco dejaba de pensar en lo que sucedería cuando descubriese que ella no era Millicent.

Por el momento, no obstante, le bastaba con disfrutar de los hermosos paisajes a través de los cuales iban pasando.

Los largos caminos, con sus árboles que empezaban a llenarse de hojas, a uno y otro lado, eran muy atractivos. Por fin, llegaron al chateaux.

Era muy hermoso bajo el sol de primavera, con una fuente funcionando en el jardín que había frente a él.

No cabía duda de que se trataba de un lugar perfecto para una pareja recién casada, en luna de miel.

Sin embargo, en lo que al Duque y ella se refería, Areta era muy consciente de los sentimientos de su pareja.

Casi no la había dirigido una mirada ni una palabra desde que abandonaron el yate.

Habían tomado un almuerzo ligero en la bahía, mientras su equipaje era descargado para ser llevado delante de ellos.

Cuando llegaron a su destino, la tarde estaba ya muy avanzada.

Salieron a recibirles algunos sirvientes y Areta fue conducida a un dormitorio impresionante, al objeto de que se cambiase y se sacudiera el polvo del viaje.

Cuando regresó a la planta principal, Areta iba preguntándose si aquel era el momento en que tendría que decir la verdad al Duque

Para su sorpresa él no se encontraba allí, pero cuando miró a su alrededor, un anciano mayordomo se dirigió hacia ella.

—Hemos preparado para usted, señora Duquesa, un té estilo inglés que esperemos le guste.

Areta le sonrió y el mayordomo continuó diciendo:

—El señor Duque me pidió que le dijera que fue a la caballeriza a inspeccionar algunos nuevos caballos en los que está interesado.

Areta pensó con un suspiro que a ella también le habría gusta do visitar la caballeriza.

Como había visto un gran número de caballos en los campos, cuando se acercaban al chateaux, adivinó que el amigo del Duque se dedicaba a su cría.

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