La desconocida by Rosa Montero & Olivier Truc

La desconocida by Rosa Montero & Olivier Truc

autor:Rosa Montero & Olivier Truc [Montero, Rosa & Truc, Olivier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-10T00:00:00+00:00


* * *

Tras quedarse sola en el coche, Clara cierra los seguros y, temblando de ansiedad, se deja escurrir al suelo, en el hueco entre los asientos delanteros y los posteriores. Se rodea las piernas con los brazos, hunde la cabeza en las rodillas y se esfuerza en respirar de manera pausada. Está teniendo un ataque de pánico. Ya los ha sufrido antes, su cuerpo lo recuerda. Sabe lo que es. Una sensación de pérdida de contacto con la realidad, un vértigo atroz que la atraviesa como un rayo, un terror ciego que la paraliza. ¿Terror a qué? Este lugar la asusta, le trae una intuición no solo de peligro, sino de dolor. Un pozo de sufrimiento se está abriendo muy cerca, un agujero negro capaz de devorarla. Va a recordar, y no quiere. Pero sabe que no tiene más remedio que hacerlo.

Porque la vida de alguien muy querido puede depender de ello.

Sandra. Una mirada chispeante, una sonrisa.

Una boca con el labio partido, unos ojos llorosos.

Clara tiene una hermana y se llama Sandra.

La joven respira hondo, intentando dominar su angustia. Haber recuperado la figura fraterna es una revelación, una epifanía que serena y enfría su mente, que concentra su voluntad, que le da fuerzas. Ha dejado de temblar. Alza la cabeza y otea el exterior: la calle sigue completamente vacía y los policías continúan dentro de la tienda. Hay otra entrada, cree recordar Clara a través del estupor de su niebla mental. Abre los seguros, sale del coche sin hacer ruido y, tras meterse por la primera calle de la izquierda, dobla la esquina del edificio y alcanza la trasera del local. Ahí está, en efecto, la entrada de mercancías. Prueba a girar el pomo de la puerta y está abierta. Penetra de puntillas en el pequeño vestíbulo atiborrado de cajas de cartón vacías y, después, en la trastienda, alargada y rectangular, alicatada de baldosas blancas. Al fondo a la derecha debe de haber un hueco que comunica con la tienda; no lo puede ver desde donde está, pero le llegan las voces de los dos inspectores. Una cercanía que la tranquiliza.

Respira hondo un par de veces para serenarse, y con cada bocanada se introduce ese olor en lo más profundo de su nariz, se satura la pituitaria, se encienden al rojo vivo los centros procesadores del olfato en su cerebro. Es un tufo húmedo y verde, con algunas notas dulces y florales y una peste persistente a hojas podridas, a agua corrompida. Ese olor, ese olor específico, estalla en su cabeza como una bomba, junto al brillo sucio y empañado de los azulejos de las paredes. Todo ello abre una compuerta de su memoria y el pasado la inunda como un torrente, dejándola empapada y sin aliento. Su infancia viene a ella en una vertiginosa secuencia de imágenes: la madre tumbada en el suelo y sin sentido, drogada o borracha, y ellas niñas y solas. Sandra, su hermana, tres años mayor, dándole para comer coditos de pasta crudos que las pequeñas roen pacientemente sin haber podido cocinarlos.



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