La ciudad escondida by Pierdomenico Baccalario

La ciudad escondida by Pierdomenico Baccalario

autor:Pierdomenico Baccalario [Baccalario, Pierdomenico]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2007-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 13

Un ENCUENTRO AFORTUNADO

Jason corría como una exhalación por el sendero que trepaba entre las colinas. En sus oídos resonaba todavía el claxon de la señorita Bertillon y le dolían los huesos de los golpes que le habían propinado los Flint.

Se detuvo para tomar aliento solo cuando había subido ya un buen tramo y el camino empezaba a adentrarse en los primeros bosques de las Shamrock Hills. Le pareció oír las voces de los Flint en la lejanía.

«Maldición», pensó. Estaban siguiéndolo.

Jason dobló las rodillas. Le dolían los pulmones. Le dolía la espalda. Pero sobre todo se sentía herido en su orgullo. Por la huida. Y por no haberles dado a esos tres gamberros la lección que se merecían.

Volvió a emprender la subida caminando con paso decidido, pero sin correr. Hasta ese momento había pensado solo en poner tierra de por medio entre él y los primos. Ahora necesitaba idear un plan.

Tiempo.

No había oído las campanas de la iglesia del padre Phoenix, así que no era todavía la una y media.

«En cualquier caso, lo de ir en el coche de papá olvídalo», se dijo. Notó algo húmedo en los labios y descubrió que se había cortado.

Echó de nuevo a correr un rato.

Esperaba encontrar antes o después a la derecha un sendero que lo llevara de nuevo al pueblo o, en el peor de los casos, a la estación de trenes que se encontraba detrás de Kilmore Cove. No quería subir las colinas hasta un punto muy alto porque si no después le tocaría recorrer toda la circunferencia para llegar a Villa Argo. Pero ¿existía el sendero que estaba buscando?

Decidió que continuaría subiendo aún una decena de minutos más y después, con sendero o sin sendero, atajaría entre los árboles y los prados.

Oyó un ruido raro y se volvió para asegurarse de que no fueran los Flint, pero no vio ni un alma.

Aceleró un poco el paso.

Oyó otra vez un ruido. Y después otro.

Jason disminuyó el paso para intentar averiguar qué era y de dónde venía.

Cabía la posibilidad de que viniera de detrás de él, así que no se paró.

El sendero apareció entre los árboles. Había un claro, un prado florido desde el que se podía disfrutar de la vista de un escorzo de bahía y del pueblo agazapado al fondo. Villa Argo estaba en la parte opuesta de la bahía, debajo de él, señal de que se había adentrado demasiado por entre las colinas.

Jason dio un paso hacia atrás para orientarse y justo en ese momento…

—¡Cuidado! —gritó alguien a sus espaldas—. ¡Quítate de en medio!

Solo le dio tiempo a girarse. Vio una mancha de color que venía hacia él a toda velocidad.

Después se tiró al suelo, sobre la hierba.

Una bicicleta pasó silbando a pocos centímetros de él y se detuvo, frenando de golpe, un poco más abajo.

Jason rodó por la hierba y se puso de pie.

—¡Eh! —protestó—. Pero ¿qué narices…?

Lo que le había parecido una simple mancha de color era una chica morena, que estaba tirada boca abajo en la hierba. Las ruedas de la bicicleta giraban aún por los aires.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.