La carta by Sarah Blake

La carta by Sarah Blake

autor:Sarah Blake [Blake, Sarah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2009-12-24T05:00:00+00:00


14

Mucho después de que la ambulancia se llevara el cadáver del médico, Frankie seguía sentada en la acera, dando vueltas desordenadamente en la cabeza a los minutos anteriores cuando él estaba junto a ella en la oscuridad, antes del aire y la luz y el taxi. El amanecer londinense traqueteaba abriéndose camino hacia la mañana, y la multitud que se había congregado alrededor de ella se fundía poco a poco en el día. Los taxistas seguían subiendo y bajando por la calle. Se quedó sentada diez minutos, veinte, otra media hora. En el diminuto jardín de enfrente la corona llena de rocío de un narciso resbalaba de lado hacia la hierba. El bebé de alguien gimoteaba por una de las ventanas abiertas. Unos pasos fuertes golpeaban sobre la acera. Una de las puertas de las casas de la calle se cerró de golpe. La sangre en su falda se había secado. Por fin, se levantó y se dirigió a su casa.

A las cuatro, el día primaveral se había estropeado y empezó a caer una fina llovizna. Frankie se despertó con el corazón acelerado. El tiesto de geranios de aspecto cansado en el alféizar profundo como una fortaleza de su habitación la miraba. Se estremeció y se apoyó en un codo. Exceptuando a los geranios, todavía parecía la habitación de alguien que viviera en otra parte. Su corazón se calmó, saltó de la cama y se sentó frente a la máquina de escribir.

Tal vez ya habrían identificado al médico, y la noticia habría empezado a viajar por cable, a través del telégrafo, a alguien de Massachusetts que lo mecanografiaría y lo enviaría. Desde Boston a Cape, hasta el extremo de Franklin, donde otra persona tendría el telegrama y sabría lo que significaba, y tendría que entregarlo. Y Frankie intentó imaginar quién entregaría a la esposa del médico aquel pedazo de papel. Pero no podía ver el pueblo, ni a la persona que tenía en la cabeza, ni a la esposa. Sólo una mano entregando un papel, con el hecho, pero no lo que había sucedido. Cogió una hoja de papel del cajón de debajo de la máquina de escribir y lo metió en el cilindro, después golpeó varias veces la palanca del carro hasta que la página salió por el otro lado. «18 de mayo —empezó—, Londres.

»Creemos conocer la historia —escribió lentamente—. Creemos que conocemos la historia porque hay un hombre y una mujer sentados en un refugio en la oscuridad. Hay bombas. Es una guerra. Ha habido una guerra antes, y hemos leído las historias. —Paró, y leyó las dos líneas de la página—. Hemos leído a Hemingway. Hemos leído a la señorita Thompson y a Martha Gellhorn. Creemos saber quién morirá y quién vivirá, quién es un héroe, quién se enamorará de quién; pero en cada historia, de amor o de guerra, hay un momento en que miramos a la izquierda cuando deberíamos haber mirado a la derecha. Esto es…»

Frankie golpeó la palanca del carro tres veces más para sacar la hoja del cilindro.



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