Just listen by Sarah Dessen

autor:Sarah Dessen [Dessen, Sarah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T00:00:00+00:00

11

—¡Es Annabel!

Ni siquiera había despegado el dedo del timbre de Owen, pero Mallory ya estaba al otro lado. El picaporte se movió y la puerta se abrió de golpe.

Al principio casi no la reconocí. Llevaba una cantidad increíble de maquillaje: polvos, lápiz de ojos y sombra, demasiado colorete y pestañas postizas, una de las cuales se había soltado y se le había pegado en la ceja. También llevaba un vestido negro ajustado, de tubo, y sandalias de tacón altísimo, sobre las que se tambaleaba agarrada al picaporte.

A su alrededor, mirándome fijamente, había cuatro chicas más, todas arregladas y maquilladas: una bajita, de pelo oscuro y con gafas, con un vestido negro y tacones de plataforma; dos pelirrojas idénticas, pecosas, de ojos verdes, ambas con vaqueros y camisetas recortadas; y una rubia regordeta con un vestido tipo princesa. En el reducido espacio del umbral, el olor a laca resultaba abrumador.

—¡Annabel! —gritó Mallory, dando saltitos. El pelo, que llevaba hacia arriba en una especie de cresta, no se movió—. ¡Hola!

—¡Hola! —dije—. ¿Pero qué llevas…?

Antes de que pudiera terminar de hablar, me agarró la mano y me arrastró dentro.

—¡Chicas! —anunció, mientras las demás retrocedían, sin dejar de mirarme—. Jo, tías, ¡es Annabel Greene!, ¿no es increíble?

La rubia con el vestido de princesa me examinó con los labios de color rosa fruncidos.

—Salías en un anuncio.

—¡Claro! —exclamó Mallory. Se ajustó por fin la pestaña—. Es la chica de Kopf. Y una modelo de Lakeview.

—¿Y qué haces aquí? —preguntó una de las pelirrojas.

—Bueno —respondí—, estaba por la zona y…

—Es amiga de mi hermano. Y mía. —Mallory me apretó de nuevo la mano; sentí su palma caliente. A mí me dijo—: Has llegado justo a tiempo para nuestra sesión de fotos. ¡Puedes ayudarnos con las poses!

—La verdad es que no puedo quedarme —me excusé—. Pasaba solo un momento.

Eso era lo que le había dicho a Whitney también, después de cenar. Que tenía que llevarle algo a un amigo y volvería dentro de una hora. Había asentido, aunque me miró con expresión rara, como si se estuviera preguntando si volvería a casa oliendo a beicon.

—¿Te gusta mi modelito? —me preguntó Mallory, haciendo una pose con una mano detrás del cuello y la vista hacia el techo. Se quedó quieta un momento, y luego volvió a su posición normal—. Estamos representando distintos estilos. Yo soy «Elegancia nocturna».

—Nosotras somos «Informal de día» —dijo una de las pelirrojas, plantándose una mano en la cadera. Su hermana, que tenía más pecas, asintió con expresión solemne.

Miré a la chica morena con gafas.

—«Clásico para el trabajo» —murmuró, tironeándose del vestido negro.

—Y yo —anunció la rubia, dando vueltas para hacer girar el vestido—, soy «Compromiso de fantasía».

—No, señor —dijo Mallory—, eres «Noche formal».

—Compromiso de fantasía —insistió la rubia, dando otra vuelta. Y añadió—: este vestido cuesta…

—Cuatrocientos dólares, ya lo sabemos —interrumpió Mallory irritada—. Es una creída, solo porque su hermana estuvo en su puesta de largo.

—¿Cuándo hacemos las fotos? —preguntó una de las pelirrojas—. Estoy cansada de ser Informal de día; quiero ponerme un vestido.

—¡Ahora mismo! —saltó Mallory, encrespada—.

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