InfecZion by Koldo Garragorri

InfecZion by Koldo Garragorri

autor:Koldo Garragorri [Garragorri, Koldo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 2014-04-01T04:00:00+00:00


* * *

35 km al Oeste de Melilla.

Domingo, 5 de septiembre. 14:45 horas.

Desde hacía unas horas Malder oía desde su escondite, cañonazos gruesos, cercanos, de un estruendo brutal. Los fogonazos de la artillería eran claramente visibles, con relámpagos que asemejaban una tormenta de fuego y destrucción. Todavía faltaban muchos kilómetros para llegar a la ciudad y los oía con total claridad. Tal vez no tuviesen nada que ver. Tal vez era un ataque de los españoles, tal vez unas maniobras de los magrebíes intentando atemorizar a los residentes de la ciudad, provocándoles tal temor, que los conminaría a abandonar la ciudad sin luchar… Tal vez… Volvía a las mismas, a dudar de todos, a dudar de todo, a no creer, básicamente, en nada ni en nadie.

Él era muy pacífico y no entendía de guerras ni qué era posible ganar cuando se declaraba una entre dos naciones. Lo primero que tendrían que hacer era, en caso de seguir obcecados en declararla, quemarles la casa a los gobernadores, matarles la mitad de la familia y sacarles un ojo después de cortarles un brazo. Seguramente, se lo pensarían dos veces. Ya no lo verían tan gracioso. Era bonito enviar a la gente al matadero, pero solo desde un punto de vista. Desde el suyo. Él era vasco, ni mejor ni peor que nadie. Odiaba a esos que pensaban que, por ser vasco, era independentista, radical, asesino y «aberchungo». Que pensaban que les metían el odio nada más nacer. Que se lo inoculaban con la leche materna mientras mamaban. Luego, esa misma gente se extrañaba que no quisieran ser españoles, ser de una nación, que, en el fondo, no les querían.

Se empezaría ya a pegar a la costa. Se acercaba el momento de nadar, pero tenía que ver antes, qué situación se encontraría. Escondido en su refugio improvisado, cubriría esta noche los últimos kilómetros que le separaban de la ciudad. Mañana vería la situación desde su nueva madriguera, ya muchísimo más cerca de la ciudad. Estudiaría al enemigo y viendo sus puntos débiles y los rebasaría por algún hueco de sus defensas. Si se podía violar una cárcel desde dentro, cuatro soldados de reemplazo no serían obstáculo para pasar al otro lado. Por las buenas o por las malas.



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