Icamani by Jana Westwood

Icamani by Jana Westwood

autor:Jana Westwood [Westwood, Jana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-03-08T00:00:00+00:00


—Un titonwan no se arrodilla.

—No es arrodillarse, Icamani, tan solo una reverencia un poco más acusada. —⁠Rose volvió a escenificarla por enésima vez.

—¿De verdad cree que lo va a recibir la reina, señorita? —⁠Berry no estaba nada convencido de que eso fuese buena idea.

—Nunca se sabe y mi obligación es prepararlo para cualquier eventualidad. Vamos, Icamani, por favor.

El titonwan hizo lo que pudo, que de ningún modo fue suficiente, y Rose acabó dándose por vencida.

—Esperemos que no tengas ocasión de poner esta lección en práctica. Me dejarías en muy mal lugar.

—Dijiste que hoy es mi cumpleaños y que en ese día yo soy el rey.

Rose abrió los ojos sorprendida y temerosa de lo que pensaba pedirle.

—¿Podemos comer un poco de gelatina? —⁠La expresión de enfado se borró por completo del rostro masculino y en su lugar mostró una enorme sonrisa.

—Son las cinco y media, acabamos de tomar el té hace… —⁠Rose soltó una carcajada al ver su mueca de disgusto.

—Está bien. Berry, por favor, trae la gelatina de menta para este niño insaciable.

El titonwan frunció el ceño, pero no dijo nada hasta que el empleado regresó con el esperado manjar. Se sentó sobre la alfombra, de nuevo sonriente.

—He traído para todos —dijo Berry sentándose con él.

Miraron a Rose de manera elocuente y ella se encogió de hombros y los imitó.

—Si entra Clarence le diréis que me habéis obligado a hacerlo.

—¿A hacer qué? —preguntó Icamani⁠—. ¿A sentarte en la alfombra o a comer gelatina a deshoras?

—Las dos cosas —dijo llevándose la cuchara a la boca⁠—. ¿Por qué será que así sabe mejor?

Berry asintió con mirada reflexiva.

—Eso es lo que les pasa a los niños. Basta que les digas que no deben hacer algo para que disfruten más haciéndolo. Lena siempre dice que hay que ser más listo que ellos si quieres conseguir lo que quieres y utilizar eso en su contra.

—Tu mujer debe echarte mucho de menos —⁠dijo Rose con pesar⁠—. Siento que tengáis que estar alejados tanto tiempo.

—Lena es una mujer fuerte y está contenta de la suerte que hemos tenido con este trabajo.

—¿Quieres más gelatina? Aprovecha ahora que puedes —⁠dijo Rose mirando a Andrew como a un niño.

Una sonrisa iluminó el rostro del titonwan como si lo único importante allí fuese la temblorosa gelatina verde.

—Claro que quiero más —dijo colocando el plato para que ella le sirviera⁠—. Nunca me cansaré de comerla.

—¿Alguna vez ha visto a la reina Victoria, señorita Rose? —⁠preguntó Berry interesado.

—Una vez, cuando era niña. Ella aún no era reina. No lo recuerdo apenas, me pareció una joven muy normal. Quien sí me produjo gran impresión fue su tío, el rey Guillermo. Pensé que era muy viejo.

Berry soltó una carcajada.

—A los niños todos los adultos les parecen viejos.

—Cierto.

Rose se quedó un momento con la cucharilla suspendida en el aire. Se dio cuenta de lo bien que se sentía sentada en la alfombra con ellos dos charlando tranquilamente. Pensó en su madre y en lo que diría si los viese. En sus amigas, en cómo mirarían a



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