Historia verdadera de la quema de la Embajada española by Gustavo Adolfo Molina Sierra

autor:Gustavo Adolfo Molina Sierra [Molina Sierra, Gustavo Adolfo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00

CAPÍTULO IV

Recuento de los daños

Lo ocurrido en la Embajada de España era un hecho consumado. No importaban razones ni circunstancias y tampoco los puntos de vista de los involucrados. El daño era irreparable en cuanto a la pérdida de vidas que provocó.

Ninguna respuesta a todas las preguntas que estaban en el ambiente hacía alguna diferencia en el fatal resultado. Mi padre estaba muerto y su muerte era una responsabilidad compartida. Guatemala había perdido a dos insignes patriotas que le sirvieron con honor y que seguramente hubieran seguido haciéndolo otros años más, de no ser porque las malignas decisiones de otros truncaron sus vidas.

Las pasiones e intereses humanos afloraron. Los causantes de la ocupación empezaron a acomodar los hechos a su conveniencia buscando sacar el mejor provecho para la causa. Con el objetivo de promover internacionalmente el ataque contra Guatemala encubrieron a algunos y ajustaron la realidad a la versión que les beneficiaba.

Las represalias internacionales contra el gobierno guatemalteco fueron severas. La violación cometida por las fuerzas de seguridad del Estado guatemalteco al profanar suelo diplomático, en contra de la voluntad expresa del embajador, fue evidente y pública.

Condenado y aislado internacionalmente, el gobierno fue presa fácil para una horda de organizaciones izquierdistas. Cometió el error de adoptar la política del avestruz. No fue muy competente en su defensa, pues aunque dio a conocer los hechos y la complicidad del embajador con los invasores, no aportó sobre ello ninguna prueba.

Puede considerarse el caso de la Embajada de España como un hito en nuestra historia, ya que cambió sustancialmente los sucesos políticos que sucedieron a continuación.

Apenas iniciaba 1980, año en que los subversivos contaron con apoyo popular en el interior del país. La insurgencia organizó una ofensiva para ampliar su presencia en el territorio, sobre todo en el norte. Formó, junto a otros grupos rebeldes, el Frente Popular 31 de Enero, en memoria de lo sucedido en la Embajada de España. El propósito pasó de luchar por derrotar al sistema a derrocar al presidente Lucas García, según cuenta en su libro Las huellas de Guatemala (2009) el exguerrillero Gustavo Porras.

La respuesta militar contra la insurgencia también escaló. El Ejército logró recuperar el dominio del Estado al punto que la guerrilla dejó de ser una amenaza. Sin embargo la población civil resultó afectada considerablemente con la guerra. Esta parte dolorosa y fatal de nuestra historia sigue repercutiendo en la actualidad.

En las elecciones democráticas de principios de 1982 resultó electo el general Ángel Aníbal Guevara, pero no llegó a asumir el cargo. El 23 de marzo de ese año un grupo de oficiales jóvenes del Ejército dio un golpe de Estado y depuso al presidente Lucas García. Acusaron como motivo de la asonada la corrupción. Se nombró inicialmente una junta de gobierno integrada por el general Efraín Ríos Montt, el coronel Luis Gordillo Martínez y el general Horacio Maldonado Schaad. Esta junta se disolvió a los pocos días y quedó como jefe de Estado el general Ríos Montt.

El nuevo mandatario recibió un país enzarzado en combates con la insurgencia.

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