Héroes by Jorge Baradit

Héroes by Jorge Baradit

autor:Jorge Baradit
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9789562625883
editor: 2019
publicado: 2019-08-24T04:00:00+00:00


LUIS EMILIO RECABARREN

ENAMORADO DE SU PUEBLO

Mi bisabuelo paterno, Juan Baradit, fue un albañil muy calificado en la vida del antiguo puerto de Valparaíso, ese de largas noches en el Roland Bar o el Liberty y otras fiestas interminables. Además de hacer trabajo grueso, era buscado para realizar las «terminaciones», debido a su arte de producir cielos rasos perfectos con yeso y plana, molduras de concreto y escayola para la unión de cielo y paredes, y decorados que simulaban capiteles jónicos y corintios con hojas de palma y granos de uva. Incluso fue convocado para trabajar en monumentos públicos especiales. Mi abuelo me contaba que tenía unas cajas de madera, de interior aterciopelado, con decenas de paletas y herramientas de modelado metálicas, de fierro y bronce. Por eso, cuando viajo a mi ciudad y paso por el parque Italia, siempre me detengo en el monumento a la loba capitolina que amamanta a Rómulo y Remo, en el centro de la plaza sobre una columna, y sonrío. Ahí están las manos de mi bisabuelo obrero.

Nació en el siglo XIX, un momento de nuestra historia en donde todo parecía estancado para los trabajadores como él. Desde el golpe de Portales en Lircay, en 1829, para cuando la élite se hizo del poder, decenas de revueltas y motines, revoluciones armadas —donde anduvo metido nuestro amigo Francisco Bilbao— y comunas independientes —como la de La Serena— se llevaron a cabo con el fin de modificar la Constitución extremadamente elitista de 1833. Pero luego de esa última gran aventura serenense que terminó en masacre y tragedia, un relativo manto de silencio se posó sobre las clases populares durante la segunda mitad del siglo XIX. Es como si se hubiesen ido hacia adentro. A partir de 1860 y por un largo período, las masas obreras dejaron de luchar contra el sistema y optaron por la supervivencia pura y dura. El abandono que sufrían por parte del Estado era horroroso, como ya he contado, totalmente a su suerte, sin poder político, sin derecho a votar con libertad y atrapados bajo un sistema que casi no les reconocía siquiera el derecho en tanto seres humanos.

Una generación después, luego de llegar desde el norte salitrero con mi abuelo materno, mi abuela se desempeñó como obrera textil en Valparaíso. Sentada en una línea de producción de la fábrica El Tigre, cosía cada minuto de sus turnos de diez horas —con media hora para almorzar— las camisas que saldrían a la venta. Durante años, día tras día, de lunes a sábado, debió coser puños y el bolsillo superior izquierdo de esas prendas que se amontonaban en interminables cerros de camisas blancas que nunca acababan, mientras picaban los ojos por la luz insuficiente, las manos se cuarteaban y la espalda dolía en aquellas sillas inapropiadas. Mi abuela y las trabajadoras como ella a veces no tenían dinero para los medicamentos de un hijo enfermo ni tampoco los medios para pensar en costear su futuro funeral. Y fue al interior de las necesidades de



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.