Herodías by DAVID SILVESTRE

Herodías by DAVID SILVESTRE

autor:DAVID SILVESTRE [David Silvestre]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Drama, Histórico
editor: EbookDigital
publicado: 2022-08-13T00:00:00+00:00


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1 Esculapio: para los romanos, fue el dios de la medicina y la curación.

2 Sansón

3 Gabinio: fue un militar y político romano.

4 Rodrigad: colocar rodrigones o maderos a una planta para sujetarla.

5 Sileo: personaje mitológico y rey del Aúlide.

7

SIMÓN EL CANANEO

En la morada de fray Simón ubicada entre desfiladeros perdidos en el desierto de Néguev y próximo a Bersabee, cercano a la ciudad nabatea de Mamshit un centro comercial en el camino que unía Petra con Gaza, y penetrando en la famosa ruta del incienso que abarcaba desde las montañas de Idumea, pasando por Aravá y Akrabim. La morada era una antigua cueva de proscritos, la cual fue reutilizada por los antepasados de fray Simón como retiro y lugar de salvaguarda.

En plena noche a la luz de una vela con palmatoria departían Jezabel una muchacha morena y vestida en caftán la que se destapó de su velo y su capucha ante Simón el cananeo, que envuelto en chilaba y prendas de ermitaño y sandalias, había dado cobijo en su huida de Petra a la joven de las acechanzas de la mortal Herodías, le servía vino de dátil, pan matzo y unos higos como alimento. Era una muchacha de ojos marrones y cabello trenzado, de pómulos salientes y cara redondeada, su boca era más bien pequeña y de labios carnosos, curvados miembros, piel tersa y estatura media, de corpulencia delgada. No disponía del cuerpo de una heroína o podía compararse en belleza a la misma Herodías, pero su limpia mirada y su pericia a la hora de escurrir el bulto y sobrevivir al cautiverio era meritorio.

―Oh, Simón, qué triste la realidad imperante, pues con intención de zaherir y de buscarme, penetró esa bicha en la fortaleza para llevarme, si el Redentor se ha inhibido y desligado de toda atadura para con nos, a merced quedo de este mundo incierto, como vil sabueso ya me olisquea y percibe por sus fanales, tan cubiertos de arrebato son sus actos y mezquindad. Pero decidme: ¿cómo logró dar con mi paradero tras los muros del nabateo?, ¿y de qué estrella se valió con tanto esmero?, no dejad cabo o resorte con que atar este enturbiado galimatías, pues me hallo encadenada bajo estrellas tan baldías ―le exhortó Jezabel, apesadumbrada.

Tomó del vaso un sorbo de vino y masticó unos higos secos que traía en una bandeja, el interior era rústico, una morada entre rocas acondicionado con muebles rudimentarios y una chimenea la cual crepitaba de leña, en otra antecámara se distinguía un pozo de agua del cual podían abastecerse, a la luz de aquel candil y velas se alumbraban en la oscuridad de la noche, el suelo era pura alfombra desértica y pedregosa, la fachada de aquel habitáculo cavernoso y ancestral era un conglomerado de arcilla, roca y hormigón, con columnas adosadas a viejos portones donde se comunicaban con otras cámaras colindantes, parte del alcantarillado derramaba pálidos vapores verdes que escapaban en una danza embriagadora hacia los perpetuos cielos mandarinas y estrellados de la desolación de Néguev, provenía de pequeñas claraboyas y troneras que escapaban a la superficie del refugio.



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