Gladiador. La lucha por la Libertad by Simon Scarrow

Gladiador. La lucha por la Libertad by Simon Scarrow

autor:Simon Scarrow [Scarrow, Simon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela Histórica
ISBN: 9788435041003
editor: kamissi
publicado: 2012-09-07T22:00:00+00:00


Capítulo XVI

Había otros veintitrés muchachos en la clase de jóvenes bajo el mando de un viejo y arrugado instructor llamado Amado. Delgado y fibroso, Amado había luchado como reciario durante quince años. Había ganado la mayoría de sus combates y había sido perdonado por el gentío las pocas veces que había perdido, pero no había conseguido distinguirse lo suficiente como para ganar el favor y las recompensas que algunos de sus congéneres habían alcanzado. Así pues, fue destinado a vivir el tiempo que le quedara como esclavo instruyendo a nuevos reclutas de la escuela de gladiadores de Porcino.

Marco era uno de los más jóvenes de la clase. Quizá le faltaran años, pero como se había criado en una granja y su padre le había animado a que hiciera ejercicio regularmente, estaba ágil y fuerte para su edad. Los otros chicos habían llegado de todas partes del Imperio y tenían color de piel y rasgos muy diversos, y Marco sólo podía entender a un puñado de ellos que hablaban o bien latín o bien griego. Habían llegado a la escuela durante el último mes y ya se había establecido un orden social propio.

El autodenominado líder del grupo era un muchachote celta llamado Férax, de una de las tribus que vivían cerca de los Alpes. Era tres o cuatro años mayor que Marco y mucho más alto y corpulento. Hablaba latín con marcado acento y caminaba muy estirado cuando salía a la cabeza de los jóvenes para desfilar cada mañana. Marco le había disgustado desde el principio, cuando hablaron por primera vez poco después de que hubiera llegado. Marco había terminado de usar la letrina y estaba regresando a su compartimento cuando Férax y sus cuatro amigo tes le cortaron el paso.

—¿Así que hijo de un centurión romano, eh? —dijo Férax con desprecio—. A mí me pareces más una rata de alcantarilla.

Sus compañeros rieron. Marco le devolvió la mirada mientras cerraba los puños. No quería pelear contra el chico más grande, pero al mismo tiempo tampoco quería tener que aguantar sus insultos.

—En caso de que no lo sepas, mi nombre es Férax. —El celta se llevó un pulgar al pecho—. Esta es mi banda. Estos dos son celtas como yo. —Señaló a los dos chicos altos y rubios que tenía a un lado. Después Férax indicó con la cabeza a los otros dos, que eran morenos y esbeltos—. Y estos dos fueron sacados de la barriada de la Subura, en Roma. Son tipos duros. —Dio un paso al frente y adelantó la cabeza para quedar cara a cara con Marco—. Deja que te diga mis reglas, rata de alcantarilla. Mis amigos y yo hacemos el primer reparto de las raciones. Además, si yo quiero, tú y los otros os encargaréis de nuestras tareas por nosotros una vez que haya terminado el entrenamiento del día. Cosas como ir a por agua o limpiar nuestros equipos.

—Puedes ir tú a por tu agua —replicó Marco.

—¡Oh! —Férax rio—. ¡Tenemos aquí a un tipo duro, compañeros! Será mejor que te advierta de que el último que no hizo lo que yo decía recibió una buena paliza.



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