Espectros en Trassierra by Luis Enrique Sánchez

Espectros en Trassierra by Luis Enrique Sánchez

autor:Luis Enrique Sánchez [Sánchez, Luis Enrique]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


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Don Luis Benito vio el cielo abierto. La proclama del noble hacendado le había resuelto la difícil papeleta que tenía ante sí, pues fuera cual fuera la decisión del tribunal le crearía un serio problema: si declaraba los sucesos extraordinarios como verdaderos milagros, establecía un peligroso precedente que sería aprovechado en masa por la milagrería andante que inundaba pueblos y villas de toda la diócesis. Si, por el contrario, el veredicto era contrario tendría de nuevo las turbas en la calle. Diego Leonardo de Argote, viéndose perdido, se anticipó a la decisión del tribunal para recuperar, con su gesto público de magnanimidad, cuota del prestigio perdido ante todas las clases y estamentos sociales de la ciudad. Ante la nobleza, su piadosa donación trataba de apaciguar los ánimos de quienes le negaban sus derechos de hidalguía por no contribuir a la guerra con Portugal. Y, ante la Iglesia y el pueblo, se redimía por la indecente perversión a la que había sometido a un lugar que fuera sagrado en otro tiempo, dedicándolo a refugio y criadero de animales. Pero sin pretenderlo, le había puesto en bandeja a don Luis Benito la mejor de las soluciones posible. De modo que de inmediato, tomó la palabra en una larga y prosaica disertación, para venir a decir que como el objeto último se había logrado, cual era la restauración del Desierto, no era necesaria la calificación de los sucesos maravillosos. Tal resolución dejó al público algo decepcionado, y al fiscal clamando aún por la responsabilidad de los descalzos en el abandono del antiguo eremitorio, pero su habilidad para colmar el ego del donante, al que dedicó un elocuente panegírico, y los augurios acerca de la infinidad de gracias que se derramarían en la cristiandad cordobesa con la vuelta de la vida contemplativa en Trassierra, encendieron la euforia general que rubricó con una oración de acción de gracias, secundada por todo el público. Acto seguido, pidió el desalojo de la sala y, por señas, indicó a Mencía que lo acompañara a su estudio.

El entusiasmo y la efervescencia se trasladaron a la galería del patio. Fray Cardona y fray Crisóstomo se fundieron en un sentido abrazo, ante la fingida alegría de Fray Horacio y la radiante satisfacción del prior del convento de San José. Fray Cardona dejó a su discípulo, que sólo alcanzaba a manifestar sus sentimientos a través de sus chispeantes ojillos, para acudir también a estrechar las manos de Fray Horacio que se lo solicitaba con un inconcebible alborozo, lo que hizo torcer los bigotes a fray Crisóstomo. El prior lo bendijo y le agradeció el extraordinario beneficio que acababa de conseguir para la comunidad.

Muy cerca del grupo de religiosos, a los que sucesivamente se acercaban fieles, testigos y familiares trasmitiéndoles toda suerte de parabienes, se encontraba otro grupúsculo donde predominaban las capas negras y cuyo centro era don Diego Leonardo de Argote. Éste recibía palmadas de felicitación de los más iguales, y reverencias de los más inferiores, a los que respondía con aires de suficiencia, simulando astutamente la escasa importancia de su gesto.



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