Espartaco by Howard Fast

Espartaco by Howard Fast

autor:Howard Fast [Fast, Howard]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1951-01-01T05:00:00+00:00


III

La luz del día disipa los temores y las confusiones que suelen embargar al hombre y muy a menudo es como un bálsamo y una bendición. Muy a menudo, pero no siempre, ya que hay ciertas categorías de seres humanos a quienes no les agrada la luz del día. Un prisionero se abraza a la noche, que es para él tibio abrigo que lo protege y reconforta, y la luz del día no trae alegría al condenado. Pero con frecuencia la luz del día disipa las confusiones de la noche. Los grandes hombres recuperan cada mañana el manto de su grandeza, porque hasta los grandes hombres son como los otros durante la noche, y algunos hombres hacen cosas despreciables y otros lloran y otros se hunden en el temor de la muerte y de una obscuridad mayor aún que la que los rodea. Pero por la mañana vuelven a ser otra vez grandes hombres, y Graco, sentado en la terraza, cubierto con una toga fresca de níveo blancor, alegre y confiado su grande y carnoso rostro, era el vivo retrato de lo que debía ser un senador romano. Muchas veces se ha dicho, entonces y después, que nunca hubo mejor ni más noble ni más sabio conjunto de hombres reunidos para legislar que los que integraban el Senado de la República de Roma, y observando a Graco, uno se inclinaría a aceptar tal aserto. Era cierto que no procedía de noble cuna y que la sangre que corría por sus venas era de ascendencia extraordinariamente dudosa, pero era muy rico, y una de las virtudes de la República era la de que los hombres fueran medidos tanto por sí mismos como por sus ancestros. El hecho mismo de que los dioses dieran vida a un hombre era indicio de sus cualidades innatas, y si se quería prueba de ello no había más que mirar cuántos eran pobres y cuan pocos eran ricos.

Mientras Graco se hallaba sentado allí, se le unieron los otros integrantes del grupo que había honrado con su presencia a Villa Salaria. Era un extraordinario conjunto de hombres y mujeres el que se había reunido allí a pasar la noche, y ellos estaban absolutamente convencidos de que eran personas extraordinarias y muy importantes. Se sentían cómodos entre ellos y este hecho servía para subrayar su confianza en Antonio Cayo, quien nunca cometía el error de mezclar inadecuadamente a la gente en su casa de campo. Pero en el ámbito de la campiña romana no resultaban tan fuera de lo común. Es cierto que entre ellos había dos de los individuos más ricos del mundo, una mujer joven que se convertiría en una de las prostitutas más famosas de todos los tiempos, y un hombre joven que mediante una existencia plena de frías y calculadas intrigas y maquinaciones haría que se lo recordara en los siglos venideros, y otro hombre joven cuya vida disoluta llegaría a ser famosa por sí misma; pero casi en cualquier oportunidad podía encontrarse el mismo tipo de huéspedes en Villa Salaria.



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