Esclavas del poder by Lydia Cacho

Esclavas del poder by Lydia Cacho

autor:Lydia Cacho [Cacho, Lydia]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Divulgación, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2010-04-22T16:00:00+00:00


7.- CLIENTES: EL SECRETO DE LA MASCULINIDAD

Entre un viaje y otro estaba de vuelta en casa, en Cancún, México. Sentada en el restaurante Puerto Madero disfrutaba de la hermosa vista de la laguna Nichupté bebiendo una cerveza. Mis dos amigos llegaron juntos y pedimos unos tequilas para celebrar mi regreso. Entrada la sobremesa un mesero se acercó a nosotros con una botella de champán, se inclinó con la botella entre las manos y tras él otro joven trajo consigo tres copas alargadas de cristal para la bebida: «Señora Lydia, se lo manda el señor de la mesa de allá», dijo suavemente el mesero dirigiendo la mirada hacia un hombre. Yo ya había notado que el sujeto en cuestión llevaba un rato observándonos. Era un tipo alto, fornido, que comía una pieza de carne y bebía vino acompañado por dos jóvenes con atuendos reveladores y tacones de plataforma de acrílico transparente, ambas rubias platinadas y de no más de veinticinco años. El hombre miraba hacia mi mesa con insistencia. Acostumbrada a vivir amenazada de muerte, suelo estar alerta todo el tiempo, particularmente en lugares donde se concentra mucha gente.

«Dígale que gracias, pero no acepto bebidas de desconocidos», respondí. El mesero se puso muy nervioso y en voz aún más baja insistió: «Señora, dice el señor que no acepta que lo rechacen». Miré a los ojos al mesero, mis compañeros de mesa casi en secreto me insistían en que aceptara la botella y me callara la boca, la tensión creció. «Dígale que se lo agradezco, pero que no, muchas gracias». Con la botella en la mano, el mesero volvió a la mesa del sujeto, que sospechábamos era algún tipo de mafioso; entonces el tipo me hizo una discreta seña desde la mesa, como un saludo militar poniendo la mano extendida en su frente y moviéndola en semicírculo hacia abajo. Yo simplemente bajé un poco la cabeza y di por terminado el asunto.

La propagación de los cárteles del narcotráfico en mi país ha incrementado el número de hombres implicados en sus redes operativas, por ejemplo la de Los Zetas, conformados por ex militares del ejército nacional. Estos individuos están en todas partes. En los últimos años han incursionado en el mundo de la alta sociedad, a la que venden protección de la violencia derivada de la «guerra contra el narcotráfico» implementada desde 2006 por el presidente Felipe Calderón. Aquí se ha puesto de manifiesto que la violencia generada por las guerras y las dictaduras acaba favoreciendo a las mafias, que siempre buscan su reacomodo en negocios legítimos que les permitan expandirse en tiempos de crisis.

Unos minutos después del incidente me dirigí al baño. Cuando salí, el sujeto del champán estaba parado esperándome al lado de un poste. En la distancia, mis amigos me veían. «Mire, señora Cacho, usted es la mujer más valiente de este país, y quiero que sepa que nosotros nos parecemos más de lo que piensa. Los dos estamos en contra de los mismos perversos, porque hay cosas que están permitidas pero otras que rompen la ley de Dios y del hombre».



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