Entre líneas by Noe Casado

Entre líneas by Noe Casado

autor:Noe Casado [Casado, Noe]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-12-14T00:00:00+00:00


Capítulo 16

Despacho de Guiomar

11.35

Seguro que os estáis preguntando cómo acabó la noche.

Pues bien, al final hubo sexo, sí. Tradicional.

Víctor se adecuó a mis deseos y lo hicimos. Un misionero, pero con la luz encendida, porque se negó a apagarla. De acuerdo, soy lo menos atrevida que una mujer puede ser, sin embargo, lo disfruté, porque una postura tan a priori convencional, con Víctor no lo es.

Sin abandonar su tono de guasa, me pidió que en vez de quedarme tumbada cual muñeca hinchable (palabras textuales), me volviese ligeramente hacia un lado para poder penetrarme en un ángulo distinto y debo decir que me encantó. Además, no dejó de besarme, estimularme y de pincharme. Oír frases como: «Eres una viciosa impenitente» (con tono de chufla, obviamente) cuando estás a punto de correrte, hizo que en vez de enfadarme me echara a reír.

También me repitió lo de que «La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino de los prejuicios».

Da igual, no hice alegación alguna, porque era mejor cerrar los ojos y pasarlo bien.

Cuando acabó la sesión de sexo, él, en vez de echarse a dormir, empezó a acariciarme el trasero (yo le daba la espalda) y, tras unos minutos en los que yo pensaba que ya se había rendido al sueño, murmuró:

—Eres una contradicción con patas, Gio.

Fingí no haber oído nada, confiando en que no insistiera, sin embargo, Víctor tenía ganas de una conversación postcoital que a mí no me apetecía nada tener.

—De repente pisas el acelerador a fondo y coges velocidad de crucero, yo, encantado, te sigo y, cuando te alcanzo, no sé qué hostias te pasa que frenas en seco.

Lo dijo en voz baja, sin sonar enfadado. Aunque el reproche fue evidente.

—No son horas de hablar de eso.

—Pues tú me dirás cuándo —replicó, sin dejar de acariciarme el trasero—. Si lo prefieres, mañana a la hora del almuerzo compartimos pareceres.

Me armé de paciencia y respondí:

—¿Por qué no respetas mis gustos? Son sencillos, lo admito.

—Los respeto, pero noto que te reprimes. Joder, hay momentos en los que te muestras más abierta, más atrevida, y me encanta.

—Se supone que a los tíos os da igual todo con tal de… follar —repuse.

—Ya, no dudo que haya mucho imbécil suelto, pero si solo quisiera un agujero, me compraría una de esas vaginas de látex, con vibración, regulador de temperatura y que hasta te suelta un chorrito de lubricante —refutó, y yo fruncí el cejo al imaginar semejante artefacto y a un hombre usándolo.

—Es que… a ver, el sexo oral implica reciprocidad.

Víctor, dejó por un instante de tocarme el culo y me obligó a ponerme de frente para quedar cara a cara. Ya habíamos apagado la luz, sin embargo, se podía intuir algo de su expresión.

—Vayamos por partes. No negaré que una mamada bien hecha, repito, bien hecha, es alucinante; ahora bien, eso no significa que estés obligada a ello, Gio.

—A todos los hombres os gusta la felación, no lo niegues.

—Acabo de admitirlo, joder. Pero no que te vaya a obligar a ello solo



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.