En cueros by Luke Rhinehart

autor:Luke Rhinehart [Rhinehart, Luke]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T00:00:00+00:00

33

—Doctor Toom —dijo Diane—, ha derramado su bebida.

—S igual —contestó el doctor Toom con parsimonia—. Aunque seguro que este maldito hotel no compra colchones impermeables.

Frotó la mancha de whisky con una manta y se puso de pie. A pesar de que el whisky estaba buenísimo y que Diane había tomado las mismas copas que él (acababa su tercera copa, pero seguía sin notar nada), Diane seguía de pie, apoyada en el jodido escritorio, con su jodida túnica roja tapando cada uno de sus deliciosos botones y malditas minas subacuáticas.

—Eres realmente increíble, Diane —dijo, acercándose a ella con aire resuelto—. ¿Cómo puede ser que una joven tan hermosa como tú se interese por la poesía?

—Lo que me asombra —contestó Diane tranquilamente— es que haya gente que no se interese por ella.

—Claro —dijo Toom, dirigiéndose a la estantería, a apenas un metro de Diane, preguntándose distraídamente cómo había podido pifiarla de esa manera y desviarse del tema de la lujuria—. Tienes razón. La poesía, como la lujuria, es algo natural para cualquier persona sana.

—E igual que la lujuria, está completamente pervertida por la civilización moderna.

—¿Pervertida?

—Tergiversada, desvirtuada, contaminada.

—Ya —dijo Toom, tomando un gran sorbo de su cuarta copa para preparar su próximo ataque—. Tienes razón. La lujuria debería ser tan directa y sencilla como una estrofa de poesía pura.

Sonrió. A veces era capaz de sorprenderse incluso a sí mismo.

—La poesía debería ser tan compleja, sensible, personal y compasiva como la lujuria.

—¿Compasiva?

—Lo que siempre he admirado de usted, doctor Toom, es la maravillosa lujuria que todavía comparte con su esposa.

—¿Mi esposa?

Sin saber cómo, a Toom se le acababan de romper todos los esquemas.

—A un hombre que ha descubierto la verdadera naturaleza de la lujuria no le queda más remedio que ser un marido inteligente, sensible y compasivo.

—¿Marido?

—Sólo los adolescentes enfermos que se matan a pajas sienten la necesidad de correr detrás de cada mujer que conocen. Y usted, ahí está, como una roca en su lecho matrimonial.

Toom se quedó boquiabierto, y miro a Diane asustado. Ella le devolvió una mirada serena.

—¿Una… roca en mi lecho matrimonial?

—Roca, piedra, guijarro. El tamaño es lo de menos. Lo que cuenta es la sensibilidad. Usted ha sido la única persona que conozco que ha alabado mi poesía, Canción de Guerra.

—Sí, sí. Hablemos de tu Canción de Guerra, sobre todo las estrofas que hablan de la espada del gladiador y los botones, y los dulces juegos bélicos y lo de reventar minas subacuáticas.

—Me da vergüenza —susurró Diane.

—No, no. Por favor. Quiero que me hables desde lo hondo de tu océano.

—La poesía —dijo Diane, apartando la mirada tímidamente—, es… por supuesto… habla de la guerra del Vietnam.

Toom no daba crédito a sus oídos.

—Una canción cantada por los que luchan por la liberación de Vietnam, en algún lugar del Delta del Mekong —continuó Diane.

—El Delta del Mekong —dijo Toom, atónito.

—Los luchadores están en la llanura estéril y bombardeada, esperando que lleguen más bombarderos americanos, y lo único que los alienta es la música de la esperanza revolucionaria que sólo ellos pueden oír.

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