Embrujo gitano by Andrea Milano

autor:Andrea Milano [Milano, Andrea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-07-31T16:00:00+00:00

Capítulo 21

Cuando Coral entró al carromato; el rostro pálido de Sara apenas se iluminó. Extendió su brazo y abrió su mano.

—Ven, hija —pidió.

Hasta su voz se había debilitado y a Coral le costó mucho no echarse a llorar delante de ella.

La gitana se sentó en la cama y apretó su mano.

—Aquí estoy, madre.

Sara alzó su otro brazo y acarició la mejilla humedecida de Coral. Sabía que su hora estaba cerca y no podía irse sin antes hablarle a su hija con la verdad.

—Coral, mi chabí… mi niña más amada…

La joven veía que a su madre le estaba costando mucho hablar; su corazón se encontraba demasiado frágil y por eso le suplicó que no hiciera ningún esfuerzo inútil.

—Debemos hablar de lo que pasó hace diecinueve años —insistió Sara señalando con su dedo tembloroso en dirección hacia donde guardaba el cofre de los recuerdos—. Tráemelo.

Coral se levantó y regresó con la caja de madera.

—Ábrelo y busca una carta que está oculta en el fondo.

Ella colocó el cofre sobre su regazo y lo abrió. Efectivamente, debajo de unos cuantos recuerdos había un papel amarillento.

Sara apretó la mano de su hija.

—Coral, esa carta venía contigo la noche en la que te abandonaron en este mismo carromato. No podía irme de este mundo sin entregártela…

Coral contempló la carta percudida por el paso del tiempo; de repente sintió miedo, un terror inexplicable de leer su contenido. La volvió a colocar en el fondo de la caja.

—No… no quiero saber nada.

—Hija, debes leerla. —Sara se incorporó un poco y volvió a sacar la carta del cofre—. La dejaron junto con el medallón que siempre llevabas en tu cuello, el mismo que le entregaste al Payo.

La muchacha sacudió la cabeza, si hubiera tenido en ese momento el medallón con ella se lo habría arrancado del cuello sin pensarlo.

—Coral —le acarició la cabeza—, tú has sido el regalo más maravilloso que la vida nos dio a tu padre y a mí.

Ella volvió a tomar la carta, sin embargo ya no quería saber nada de sus orígenes, sólo deseaba pasar los últimos momentos de vida de su madre, abrazándola.

Sara acarició el cabello de su hija, acomodó uno de los tirabuzones detrás de su oreja y trató de sonreír.

—Lo que esté escrito en ese papel no cambiará lo que sentimos por ti, mi chabí.

La verdad a la que se estaba enfrentando era demasiado abrumadora; Coral ya no pudo contener el llanto, tampoco quería hacerlo.

—No llores, hija mía…

Coral la miró. Aquella mujer que adoraba, a la que había llamado madre durante toda su vida y que no llevaba su sangre, la había amado con devoción, mientras que la mujer que le diera la vida la había abandonado como si ella fuera un animal. Sara apretó sus manos, presintiendo lo que pasaba por la mente de Coral en ese momento.

—Lee la carta, tal vez en esas líneas encuentres la respuesta a todas tus preguntas. —Su voz comenzó a extinguirse; entornó los ojos—. Necesito descansar…

Cuando Sara ya no le habló, Coral supo que el final estaba cerca.

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