El verano de las flores silvestres by Kathryn Taylor

El verano de las flores silvestres by Kathryn Taylor

autor:Kathryn Taylor [Taylor, Kathryn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T05:00:00+00:00


22

Rose abrió los ojos y la deslumbró la clara luz del día que entraba por la ventana. Sin duda ya era mucho más de mediodía, dato que confirmó al echar un vistazo al elegante despertador de la mesilla de noche. Debía de haberse vuelto a dormir, lo que no era extraño. Un agradable cansancio invadía todo su cuerpo y los músculos se estiraron cuando se volvió hacia Simon.

Todavía estaba dormido y Rose levantó sonriendo la mano para acariciarle el pelo revuelto. Pero poco antes de tocarlo, se detuvo y bajó el brazo. No quería despertarlo, prefería disfrutar mirándolo tranquilamente y memorizando todos los detalles que descubría en él: sus bonitos y carnosos labios; esas manos que la noche anterior y esa mañana habían inflamado su cuerpo; la incipiente barba clara en sus mejillas, que rascaba un poco cuando acariciaba con ella su piel y que ella encontraba, a pesar de todo, increíblemente sexi, así como su musculoso pecho y los fuertes brazos entre los cuales tan bien se encontraba ella. Sentía que esa noche había cambiado. Simon la había cambiado. Era un maravilloso amante y había despertado en ella facetas que no conocía en absoluto.

No es que tuviese muchos elementos de comparación. Matt había sido su primer novio y después del divorcio solo había estado con un par de hombres. Esas breves aventuras enseguida habían salido mal y le habían dejado mal sabor… así como el convencimiento de que no era una mujer especialmente deseable.

Pero esa noche, Simon le había demostrado lo contrario y Rose apenas podía comprender qué había desencadenado en ella. Con él se sentía libre y tan segura que realmente podía abandonarse. Con él había hecho cosas que hasta entonces ignoraba y todavía ansiaba más. Una caricia o un beso de Simon bastaba para avivar su pasión. Y a Simon parecía sucederle lo mismo, por eso no habían conseguido salir todavía de la cama.

«Y por cierto, va siendo hora», pensó Rose mientras se levantaba sin hacer ruido. En el suelo, delante del lecho, yacían las prendas que la noche anterior se habían ido quitando mutuamente y habían dejado caer sin ningún cuidado. La camisa de Simon también estaba allí y Rose la recogió y se la puso. Le llegaba hasta el muslo y olía a él, lo que le provocó una sonrisa mientras iba a la cocina.

La imagen que se le ofreció al abrir la nevera disminuyó un poco su euforia. Un plato con mantequilla, dos tarros de mermelada, cuatro huevos y un envase medio vacío de leche en la puerta, junto a una botella de champán y dos de vino blanco. No contenía nada más. O sí; Rose todavía descubrió una caja de cartón en el cajón de la verdura, que según el membrete era del mismo restaurante indio del que Simon le había llevado un plato su primera noche en Londres. De todos modos, los restos del curri que había allí dentro no eran nada apetitosos, de modo que tiró el envoltorio a la basura.



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