El talento oscuro by Brandon Sanderson

El talento oscuro by Brandon Sanderson

autor:Brandon Sanderson [Sanderson, Brandon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-08-31T16:00:00+00:00


Capítulo

Melissa

* * *

Bueno, ese último capítulo ha salido un poco engreído, ¿verdad? La culpa es de la ausencia relativa de notas al pie[48]. En recompensa por haber sido buenos chicos / chicas / robots y haberos leído todo ese galimatías, voy a explicaros los nombres de los capítulos. Para que luego no digáis que nunca os doy nada[49].

Veréis, los capítulos tienen los nombres que tienen para llamar la atención sobre un problema cada vez más acuciante en la literatura: la falta de respeto por los capítulos y sus propios deseos individuales. ¿Qué os parecería a vosotros si, en vez de tener nombre, os asignaran un número basado en vuestro orden de creación? ¿Qué diríais si, en lugar de Samantha, Didyeridú o cualesquiera que sean los nombres ridículos que se usen hoy en día en las Tierras Silenciadas, os hubieran llamado «Engendro Humano Número Ciento Ocho Mil Catorce Millones, Cuatrocientos Ochenta Mil Dos»?

Sospecho que no os haría gracia. Pues a los capítulos tampoco se la hace. Nunca se les permite ser ellos mismos, ¿sabéis? Siempre son «Capítulo Uno», o «Capítulo Veintisiete», o «Pero Bueno, ¿Cuándo Va A Terminar Esta Idiotez De Libro?».

Para resaltar este problema, he permitido que los capítulos se pongan el nombre que quieran. (Todos menos el capítulo Cuatro; me planté cuando insistió en que quería cambiar la efe por una te).

Salí lanzado al meollo del tiroteo, seguido de cerca por Dif y Shasta. La fuerza de Bibliotecarios buenos había retrocedido casi hasta el edificio donde habíamos mantenido nuestra conferencia improvisada. Habían tenido bajas; la batalla era real. No entraré en detalles sangrientos, pero no era bonito.

Furioso, saqué la lente de llenavergüenza y apunté con ella a un grupo de monstruosos Animados que se aproximaba. Empecé a brillar y la lente escupió un rayo de energía.

Fallé y mi rayo alcanzó el suelo de piedra de la caverna.

«¡Ay, porras! ¡Soy la peor zona de suelo que ha existido jamás! Esa persona de ahí acaba de hacerse daño en el dedo del pie por culpa de un trozo de roca irregular que tengo. ¡Y no me han fregado bien! Van a mancharse los pies cuando caminen sobre mí, y…».

¡Pum!

«Tampoco está mal», pensé mientras caían flotando trocitos de papel en llamas, en los que había escritas descripciones de corsés. Una parte de mí estaba admirada. Bastille las había pasado canutas al enfrentarse a una de esas criaturas, y yo acababa de derribar a todo un grupo. Fallaba algo muy gordo con mis poderes de oculantista. O sea, fallaba para bien, sí, pero la lente que me guardé en el bolsillo estaba tan caliente que en ella se podría haber freído un huevo[50].

La explosión que había provocado armó tal revuelo que mi equipo pudo escabullirse del campo de batalla por un callejón que había entre dos edificios de archivos.

—¡Bueno, primo! —dijo Dif—. ¿Qué clase de alocadas y bombásticas diabluras tienes planeadas para nosotros?

—Encontrar a mi padre —respondí, mirando a Shasta—. ¿De dónde sacamos un catálogo de este lugar?

—Esa información la tendrán solo los Bibliotecarios más importantes —respondió ella—.



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