El tablero de la reina by Luis Zueco

autor:Luis Zueco [Luis Zueco]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788466673594
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-01-10T00:00:00+00:00

45

En la biblioteca, a solas con el cadáver del marqués, Ruy escruta incómodo el rostro del difunto. Piensa en lo efímero de la vida y en cómo a todos nos llega el final, da igual quiénes seamos. Mira de reojo las estanterías, aquellos libros atraen poderosamente su interés. «Si pudiera, me los llevaría todos —piensa—. ¿Qué será ahora de ellos?».

Es una buena pregunta, es conocido que el marqués no tenía hijos y su esposa lleva años fallecida. Es posible que los reciba alguno de los conventos de Madrid. Nadie sabe los tesoros que guardaba aquí, no sería difícil llevarse alguno sin despertar sospechas.

¿Y si es lo que ha hecho el asesino?

Robarle el anillo hubiera sido demasiado evidente, pero en esta biblioteca también hay joyas, de pergamino pero igual de valiosas, ¡o más! Y mucho más discretas a los ojos de un profano.

¿Quién dice que el asesino no pudo tomar uno o dos libros?

Lo que no encaja es el ajedrez, eso le desconcierta. Y lo que ahora apremia es encontrar la manera de salir indemne de esa situación. El marqués se la ha jugado bien con su última voluntad.

Por más que lo examina, no alcanza a comprender sus últimos actos antes de morir.

¿Qué pretendía?

¡No tiene sentido!

Debe existir una lógica; como bien ha dicho antes Francisco de Vargas y Medina, todo tiene un sentido.

Resopla.

Camina por la sala y vuelve a mirar el tablero de ajedrez y sus sesenta y cuatro escaques.

¿Por qué perder los últimos instantes de vida con este juego?

Observa las figuras y toma entre sus manos la reina. A él también se le va la vida y no se le ocurre otra cosa que perder el tiempo con el mismo juego. Ha de reconocer que la figura es fabulosa y muy curiosa, una reina con semblante regio y actitud de mando. Ruy cree que nunca ha visto antes una mujer representada de esa forma. Y sin pensarlo, se la guarda en uno de los bolsillos.

Algo impacta contra el cristal del ventanal principal y Ruy se sobresalta. Piensa que ha podido ser algún pájaro despistado, hasta que vuelve a suceder. Ahora no tiene duda de que, sea lo que sea, es provocado.

Abre y mira al exterior.

La noche es oscura y las siluetas de los edificios de Madrid se confunden en la penumbra. Observa con detenimiento las cercanías del palacio y descubre una sombra entre los cipreses de la entrada.

—Chisss —le chista la sombra desde allí.

—¿Qué ocurre? —pregunta Ruy con sorpresa—. ¿Quién sois?

—No habléis.

Es entonces cuando se da cuenta de que es una voz femenina.

La mujer le hace gestos que no entiende en un primer momento, pero que luego parecen indicarle que vaya hacia su izquierda. Él se presta a ello, aunque con reticencias. Se desplaza por la habitación hasta el último ventanal. Mira otra vez fuera, la sombra insiste en que continúe hacia ese lado. Pero en esa dirección ya no hay más ventanas.

Ruy da un par de pasos atrás y observa el tapiz que cubre ese espacio. Es la representación de una batalla, con un ejército que ataca y otro que huye hacia la izquierda.

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