El sonido de las olas: (tres novelas cortas) by Margarita García Robayo

El sonido de las olas: (tres novelas cortas) by Margarita García Robayo

autor:Margarita García Robayo [García Robayo, Margarita]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


13

A los tres días volvimos a parecer una familia feliz. Mi mamá estaba de buen humor y no sudaba, al contrario, se veía bonita y rozagante: había ido al salón de belleza a hacerse un peeling carísimo, con un sistema nuevo que no le rayaba la cara. Ella vivía atormentada con esa idea de que le iban a rayar la cara. O a quemársela o a desfigurársela con un producto que tuviera ácido porque en los salones baratos no testeaban nada.

Lo mejor era que ya se le había olvidado lo de la fiesta de los Piñeres y lo de las meriendas de la señora Nilse y hasta que yo me había perdido. Ni siquiera insistió en preguntarme para dónde iba cuando salía en bicicleta; se conformó con que le dijera que me iba a echar en el bosquecito en el que me habían encontrado.

—¿Y para qué te vas a echar ahí como una pordiosera?

—Para pensar.

—¡Bah!

La noche del viernes nos dijo que al día siguiente iríamos a buscar a Gabito a la casa de mi abuela. Después nos llevaría a comer pizza. Con eso hasta mi papá se apuntó porque no había nada que nos gustara más en mi casa que la pizza. Mi papá estaba atendiendo poco y a veces, después de comer, se quedaba hablando con nosotras en la mesa. Mi mamá decía «niñas, aprovechen a su papá, pregúntenle cosas», pero nosotras no le preguntábamos nada, sino que nos quedábamos ahí, mirándolo, y él decía: «El mes que viene se va a producir el eclipse más largo de los últimos ciento cincuenta años». Y nosotras, que ya sabíamos eso porque él mismo nos lo había contado, contestábamos «ajá». Y él contaba alguna historia de eclipses y se iba. Pero nos quedábamos contentas.

Cada cosa que nos contaba mi papá, por chiquita que fuera, nos dejaba contentos a todos. Mi papá sabía cosas que nadie más sabía y las narraba con suspenso: eso a las mellas y a mí nos encantaba. A Gabito también, pero a veces se distraía y hacía preguntas que no tenían nada que ver y cortaba el suspenso; por eso era mejor cuando Gabito no estaba, como ahora. Mi papá vivía fascinado con todo lo que tenía que ver con la galaxia: la luna, las estrellas, el sol y los planetas. Yo a veces repetía las cosas que él nos decía en la clase de miss Rosa: «La temperatura media en la luna es de 107 grados en el día y menos 153 grados a la noche, por lo tanto no podría haber vida. Pero en Marte…». Y miss Rosa se volteaba desde el tablero, donde escribía las bobadas que veíamos en quinto. «Ya llegaremos a eso, Catalina», me interrumpía con una sonrisa que chorreaba envidia.

Pero por esos días yo no quería saber tanto de la galaxia, lo que más quería era preguntarle a mi papá por el libro de los siete principios, que ya iba terminando. Eso no lo podía hacer delante de mi mamá y las mellas.



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