El siglo maldito by Geoffrey Parker

El siglo maldito by Geoffrey Parker

autor:Geoffrey Parker [Parker, Geoffrey]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2012-12-31T16:00:00+00:00


30. Comercio entre Sevilla y América, 1500-1650. Los registros de la Casa de Contratación de Sevilla trazan el ritmo del comercio oficial entre Europa y la América española. Tras un siglo de crecimiento rápido y sostenido, después de 1620 tanto el número de barcos que cruzaban el Atlántico como el volumen de su carga disminuyeron. En 1650 la cantidad de mercancías transportadas fue menos de la mitad que en 1600.

Todo ello significaba que en América se quedaba más riqueza, como reflejan tanto la producción de monedas por parte de las principales cecas del virreinato —que se duplicó entre las décadas de 1620 y 1680—, como los magníficos edificios públicos (sobre todo iglesias) erigidos en la segunda mitad del siglo XVII en prácticamente todas las ciudades coloniales del período. Dicho de otro modo: aunque la Pequeña Edad de Hielo afectó a las colonias americanas de Felipe IV, el rey carecía de poder para agravar el impacto de los desastres naturales con sus costosas e inadecuadas políticas. Cuando, a pesar de todas estas circunstancias favorables, se produjeron rebeliones, los representantes regios actuaron con celeridad, ejecutando a menudo a los sospechosos (como a Lombardo y Bohórquez) sin esperar autorización de Madrid, porque, cuanto más avanzaba el siglo, más tenían que perder ellos que la Corona con las rebeliones. En realidad, el gobierno de Madrid y las élites de sus dominios americanos desarrollaron una «convivencia» similar a la de la Italia española (véase capítulo 14), que, al beneficiar a ambas partes, mantuvo la estabilidad.

II. ÁFRICA

El sur de África

El África subsahariana constituye la zona más extensa del mundo en la que las pruebas del impacto del cambio climático de mediados del siglo XVII sobre las estructuras económicas, sociales y políticas son o ambiguas, o inexistentes. Sabemos que en ella tuvieron lugar tanto acontecimientos climáticos extremos como importantes transformaciones estructurales, pero resulta enormemente difícil establecer un vínculo entre unos y otras.

El cabo de Buena Esperanza, donde en 1652 los colonos holandeses levantaron un pequeño fuerte para custodiar las instalaciones destinadas a reparar y reabastecer los buques que navegaban entre el Sureste Asiático y Holanda, constituye un buen ejemplo de las limitaciones que presentan los datos disponibles. En cuanto los holandeses empezaron a cultivar terrenos extramuros del fuerte, los joijois (llamados peyorativamente «hotentotes» por los holandeses) se quejaron al gobernador Jan Van Riebeeck de que los recién llegados «vivían en su tierra y que percibían que [los holandeses] estábamos construyendo con rapidez y cada vez más, como si no tuviéramos intención de marcharnos nunca». A continuación, «declararon con atrevimiento que esta tierra no era nuestra, sino de ellos[73]». Como las simples palabras no parecían causar ninguna impresión, los joijois intentaron detener por la fuerza la expansión de las colonias, pero después de alrededor de un año de combates que nada resolvieron, volvieron a negociar. En 1660 sus jefes de nuevo «insistieron con fuerza» en que los holandeses «habían estado apropiándose de cada vez más tierras suyas, que lo habían sido todos estos siglos y en las que tenían costumbre de dejar pastar a su ganado, etc.



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