El sentido de consentir by Clara Serra

El sentido de consentir by Clara Serra

autor:Clara Serra [Serra, Clara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2024-01-01T00:00:00+00:00


La transparencia del sexo

Evidentemente, la comunicación sexual tiene un aspecto reivindicable, sobre todo frente a la estigmatización puritana del sexo como algo vergonzoso e impúdico. Durante mucho tiempo, la cultura conservadora y la moral cristiana han mandado callar y han condenado como inapropiadas las expresiones públicas de la sexualidad. Podemos decir sin duda que esa condena moral ha recaído siempre especialmente en las mujeres y que somos nosotras quienes seguimos recibiendo hoy día ese mandato de poner a salvo nuestra honestidad ocultando cualquier expresividad sexual. Portarnos bien, no ser unas putas, sigue siendo aceptar ese pacto por el cual la sociedad nos considerará buenas chicas siempre y cuando seamos precavidas y asumamos nuestro papel pasivo y retraído en lo sexual.

El mandato de silencio de la moral puritana tradicional no es, sin embargo, el único obstáculo con el que se topa la libertad sexual. Lo que Michel Foucault viene a decir en su Historia de la sexualidad es que el modo en el que la sociedad moderna regula el sexo no es reprimiéndolo y ocultándolo en la alcoba, sino más bien sacándolo permanentemente a la luz. De hecho, nuestra sociedad ha dado lugar a una incesante puesta en discurso del sexo; la forma de ejercer el poder sobre la sexualidad tiene que ver no con su ocultación, sino con su incansable iluminación; nosotros los modernos controlamos el sexo produciendo un saber sobre él.

Como dice el psicoanalista Jorge Alemán, «el empuje del neoliberalismo es que todo se haga visible, que todo sea comunicable, que todo pueda ser medido, calculable y evaluable[31]». La religión economicista, que pretende imponer una extensión ilimitada del contrato como forma paradigmática de toda relación social, presupone a ese Homo economicus, que va por el mundo haciendo cálculos y comunicando sus preferencias con claridad. En una sociedad de mercado que quiere poder contratarlo todo, es imperioso que todo se pueda comunicar, y la nuestra, recuerda Foucault, lleva siglos convirtiendo la sexualidad en «algo que debe ser dicho». Constreñido a una existencia discursiva, «acosado por un discurso que pretende no dejarle ni oscuridad ni respiro[32]», el sexo en la modernidad debe ser constantemente nombrado, analizado, categorizado, listado, diseccionado a través de saberes expertos y consejos prácticos autorizados. Hoy una parte del feminismo parece entregarse con entusiasmo a esta cultura sexual de época: basta con levantar un poco la mirada para constatar hasta qué punto los discursos destinados a las mujeres están hoy imbuidos de este espíritu de transparencia. Nuestra libertad, se nos dice, es saber pedir con precisión lo que queremos en la cama. Y poner el sexo en palabras —que el consentimiento sea incluso verbal— se ha convertido hoy en el antídoto contra todos los males. Si algo ha colonizado e impregnado el discurso sexual de la cultura mainstream es esta permanente invitación que nos anima a verbalizar el deseo. Pareciera como si todo tuviera que estar clarísimo, como si todo fuera facilísimo. Demasiado fácil, demasiado claro, demasiado transparente…



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